Parece que hay cajeros automáticos hechos a prueba de bomba, o al menos son capaces de resistir los intentos de robo de ‘aficionados’. Este caso que cuenta la Guardia Civil de La Rioja es muestra de ello.
De madrugada, un chaval entra en un cajero con la intención de llevarse el dinero. Para no ser identificado por las cámaras se ha puesto una caja de cartón que cubre su cabeza y gran parte del cuerpo. Para lograr su objetivo, va provisto de pólvora y herramientas que lleva en una cesta.
43 minutos
Manos a la obra, consigue cortar una de las bisagras y provoca una explosión para acceder a los cajetines del dinero; pero nada, ni con esas, así es que, 43 minutos de intentos fallidos, y con los bolsillos vacíos y la frustración propia del fracaso, abandona el lugar. Tras él, ha dejado un habitáculo tan destrozado como la máquina de proporcionar euros por el método convencional: tarjeta y clave de acceso.
El presunto autor, se lleva, de esa madrugada, una detención más y otra comparecencia ante el juez.