El precio de la vivienda se ha disparado, aumentando hasta un 8,5% en el primer trimestre de 2022, el mayor ascenso desde el año 2008 cuando se produjo el crack de la financiera Lehman Brothers, el origen del comienzo de la última crisis mundial, tan virulenta como la de 1929 tras el Jueves negro en la Bolsa de Nueva York, que dio paso a la Gran Depresión.
Crecen los precios y la demanda
Pero no solo asciende el precio. De igual manera lo hace la adquisición o alquiler de la misma, que también ha aumentado exponencialmente, representando el 9% de las transacciones actualmente. ¿Estamos ante una nueva burbuja inmobiliaria? Muchos economistas y especialistas inmobiliarios se hacen esta pregunta.
El gran volumen de ahorro durante la pandemia y el hecho de que muchos ciudadanos alertaran ciertas carencias en sus residencias durante el tiempo de pseudoconfinamiento, la posterior recuperación económica y la del sector turístico ha propiciado que se abran las puertas de par en par y den paso hacia una tendencia alcista del sector inmobiliario.
Ahora bien, la amenaza de una elevada inflación que se atisba y las consecuencias económicas de la invasión rusa de Ucrania ciernen sobre el panorama inmobiliario negros nubarrones, amenazando con la subida de los tipos de interés y, por tanto, con el encarecimiento de las hipotecas que puedan frenar la demanda en la adquisición de vivienda.
Vivienda nueva, de segunda mano y alquiler
Aun así se prevé que tanto los precios como la demanda van a seguir creciendo en los próximos meses. La compra de vivienda nueva aumenta pero también la subida de costes de construcción la encarecen, comenzando a cundir un ligero temor a que los tipos de interés se desenfrenen y provoquen un alza hipotecaria, ya mencionada.
No obstante, el confinamiento por la pandemia ha ayudado a las familias a acumular un importante ahorro y una vuelta a invertir en un valor seguro como la vivienda, que difícilmente se devalúa.
También la compraventa de casas de segunda mano ha alcanzado niveles previos a la crisis, la demanda crece a pasos agigantados y muchos expertos interpretan que podría desatarse un efecto contagio.
Mientras que el alquiler ha subido al mismo ritmo que la demanda, llegando incluso a que haya escasez de oferta ante un crecimiento desmesurado de ésta, propiciada en cierta manera por las medidas de la Administración de ayuda al alquiler.
Alza desigual
La previsión al alza del sector inmobiliario en general no será por igual en todo el territorio nacional; siendo las comunidades autónomas como Baleares, País Vasco, Madrid y Cataluña, con mayor actividad productiva, donde más aumente; así como el resurgimiento en materia de alquiler de viviendas familiares o unifamiliares en las grandes ciudades, arrinconando en cierta forma la moda de lo rural que surgió en el último lustro.
¿Pero qué consecuencias pueden acontecer si la eclosión del ladrillo se desboca? Además de devastar la economía nacional, el desplome del precio de la vivienda se repetiría como así sucedió entre los años 2007 y 2017 (más de un 30%), se paralizaría la construcción de vivienda nueva (cayendo entorno al 90%, en esa misma década) y la morosidad se dispararía. Síntomas desgraciadamente conocidos y sufridos.
Aun no se habla de burbuja, pero si de un recalentamiento previo a un `boom’ inmobiliario.