La docena de detenciones de estos acusados de trata de seres humanos, se han producido en las provincias de Burgos, Lérida y Barcelona; en estas dos últimas, con pisos patera en Roselló y Mataró, desde donde metían a hombres, mujeres (incluidas embarazadas) y niños en furgonetas, para llevarles a distintos países europeos. Cuando no pagan el dinero comprometido, les dejan abandonados en la cuneta. De esta práctica delictiva, inhumana y deplorable, presume el cabecilla de la banda mafiosa internacional, que asegura llevar en el negocio más de 25 años; al que le constan numerosos antecedentes por estos delitos, a los que suma el narcotráfico; no obstante, hasta el día de su arresto, parece que ha estado libre como el viento, a pesar de perseguirle, que conste, desde 2018, cuando los Mossos d´Esquadra abrieron una investigación, ante el tránsito continuo de personas en furgonas, que cruzaban hacia Francia, uno de sus destinos, junto con Alemania, Bélgica y otros países. Estos pases eran, principalmente, de subsaharianos; los que introducían en Portugal, son de nacionalidades asiáticas: nepalíes, hindús, pakistaníes.
El stop invisible
La lacra del tráfico de humanos, que tanto parece preocupar en territorio EU, no muestra signos de frenarse, porque a las mafias les bien muy bien llenarse los bolsillos a costa de la necesidad humana y de aquellos que quieren prosperidad, lejos de su arraigo y cultura, y que al iniciar el viaje anteponen su necesidad vivencial, a la legalidad, la esclavitud y la ausencia de derechos; incluso, a su vida. Cuando caen en las garras de estos traficantes, saben a lo que se enfrentan: vivir de ilegales en territorios desconocidos y muchas veces hostiles, donde han de trabajar de sol a sol, por un salario basura, con la única esperanza de hacerse un hueco en la comunidad afín, ya asentada en el destino al que llegan. Un lugar de residencia ilegal donde les acogen ‘empresarios’, que son igual de traficantes que los mafiosos, acostumbrados a la mano de obra barata, y a denigrar a las personas en beneficio propio, ya sean españoles, portugueses, franceses, belgas o alemanes, por citar algunas nacionalidades de los llamados países ‘ricos’. La esclavitud funciona desde el inicio de los tiempos, como todo: oferta y demanda; y si los que exprimen a los trabajadores temieran una Ley severa, que les desposeyera de todos sus bienes materiales, quizás, habría menos cobijo y menos tráfico de personas; y si solo tuvieran la opción de contratar legalmente, a base de controles, registros e inspecciones; quizás, no tendríamos que asistir a esta despiadada crónica de la inmundicia; y, tal vez, los gestores de lo público se ahorrarían esos discursos tan hipócritas como aburridos, cuando el stop a la migración irregular no existe; existe el enriquecerse ilegalmente.
Traficantes sin fronteras
En los registros llevados a cabo en esta operación internacional (Burgos, Lérida, Barcelona, Portugal, Alemania y Holanda), se han encontrado 2 kilos de marihuana, otra práctica ligada a la trata, que les sale gratis, porque muchas veces los migrantes tienen la obligación de portar los narcóticos y convertirse en camellitos eventuales, para pagar los gastos de viajes y estancias en los pisos clandestinos. Los investigadores de Guardia Civil, Mossos d´Esquadra y EUROJUST, han identificado a cerca de 1 víctimas; un número que, en estos años y a esta banda, podría multiplicarse por 3, 4, 5 y 6. El Jefe, como le llaman, se vanagloria de llevar toda su vida en el negocio de los delitos, que le han proporcionado empresas, inversiones, inmuebles y una vida de lujo; con residencias en Alemania, Portugal y, posiblemente, España; y El Jefe estaba suelto, de aquí para allá, aunque, se supone, que con policías de media Europa empeñados en su captura. Y, entonces, ¿qué es lo que falla?