Los agentes les investigan desde 2015, cuando los guardias civiles arrestaron a 6 sujetos, 2 de ellos menores, en Antas (Almería); un lustro después, vuelven a engrilletar a 9 chavales, de entre 18 y 28 años, en la misma localidad y en la población cercana de Garrucha, por no tener otro quehacer que salir por las noches y, con nocturnidad y alevosía, distribuir carteles con frases que acusan a los migrantes de la zona de ser los responsables de la delincuencia del lugar, con especial odio hacia los musulmanes. No cabe duda de que se trata de un grupo, liderado por un ignorante, de los que ni han leído ni leerán un libro en su vida, que engaña a otros bobos, para que le sigan y le amparen en sus delitos, incluido el narcotráfico, que les proporciona una vida tan relajada como inútil.
Estos chicos, que amparan su violencia en ideologías que han oído por ahí, y de las que no saben nada, más allá de tatuarse unos símbolos mortales, que muestran con el orgullo del idiota, tienen un discurso peligroso, contra una cultura milenaria, y que lo focalizan en seres humanos, para arrancarles su dignidad y mancillar su honor con mentiras; y eso, es un delito. A este grupo violento, juvenil y de inspiración neonazi, ha creado el Antas Klan, para tomar el control del municipio y sus alrededores. Agrupados en torno a una ideología de extrema derecha, se mueven en patrullas clandestinas y plagan de pasquines las calles con mensajes promoviendo el odio y la violencia hacia la comunidad islámica. Ahora están imputados por los delitos de incitación al odio y violencia contra una minoría, por razones racistas, xenófobas e islamófobas; por integración en grupo criminal, asociación ilícita y tráfico de estupefacientes. En los registros les han encontrado una navaja con la inscripción de la esvástica roja en su empuñadura, 2 puños americanos, 491 carteles, de contenido radical, una báscula de precisión, 232 gramos de marihuana prensada y 108 comprimidos de una sustancia psicotrópica.