La pasión de soplar y sorber

¿A quién le extraña que los chavales en Madrid se monten una treintena de botellones?, después de ver la fiesta del Ifema, lugar donde han muerto decenas de contagiados.
Edurne García Ordóñez
España
05.05.2020
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El hospital de campaña (Ifema), donde han sido atendidos unos 4 pacientes positivos por Covid-19, asistidos por 1 sanitarios, y donde han fallecido cientos de infectados por el virus, dicen que es un ‘símbolo’ de Madrid, el mismo día que anuncian el ‘apagón’, que no cierre, de unas instalaciones levantadas por hombres y mujeres del Ejército español, en tiempo récord, que para eso están harto preparados; donde casi todo se queda, por si hay repunte de contagios, incluidas la imágenes de una fiesta en la que la presidenta de Madrid repartía bocadillos de calamares, a los centenares de concentrados, el 2 de mayo, con la misma gracia que se pregunta, ¿qué va a ser ahora de estos chiquitos (profesionales de la sanidad) a los que se les acaba el contrato?; y con la misma soltura que ríe y aplaude esa maldita conga, a las puertas de lo que, desde el 22 de marzo, ha sido un recinto de enfermos graves, y óbitos en silencio y sin despedida; en vez de ponerle una pizca de respeto al lugar y una placa que recuerde, los más de 40 días aciagos que se han vivido en el espacio ferial; unas imágenes que abochornan y de las que se mofan en medio mundo, generadas para poner al Gobierno de la nación al pie de los caballos, cuando vaya a pedir dineros a Bruselas, para paliar la tonelada de despidos que tenemos sobre la cabeza; pasta de la que se benefician los madrileños a los que la señora les ha mandado un mensaje claro: yo hago lo que me da la gana; y, claro, los ciudadanos, hartos de 60 días de encierro, el mismo que ella no ha vivido, se van a la calle de botellón, con todas las ganas y unas cuantas birras, a bailar y disfrutar, y mañana, ya se verá.

Lo que hay que ver y mirar con lupa es el caso Madrid, la comunidad con más contagiados y muertos de España y, probablemente (proporcionalmente), de Europa. No han sido capaces de llevarse unas olimpiadas, pero parafraseando a Kiko Matamoros, son los 'campeones de saltarse el encierro', incluido El Atleta, que practica el paso ligero todas las mañanas por su urbanización de lujo. Y la lupa ha de ser tan grande como rigurosa, cuando en Euskadi, por ejemplo, en el Hospital de Txagorritxu (Vitoria-Gasteiz), se aislaron de inmediato los primeros casos de coronarivus, más de 100, muchos de ellos sanitarios, y se aplicú un plan de choque eficaz con el que los profesionales han combatido y acorralado esta extraña enfermedad mutante; claro que, los vascos tienen el lujo de contar con el mejor lehendakari de su historia (oder! qué envidia!), al que no le van ni un pelo las txorradas y se aplica en fortalecer a sus ciudadanos, con buenos servicios de educación, sanidad, transporte, promoción empresarial, justicia, asistencia social y cultura, sin ir más lejos. Y, es que, cuando uno sabe: sabe, y si además se pone a trabajar por el territorio que gestiona, en vez de darle a la cabecita y meter la mano en la caja; pues eso, a unos les luce el pelo, mientras otros conspiran con amiguitos, para derrocar al legítimo Gobierno y ver cómo se les mueren los votantes, de Covid-19 o de hambre; bueno, a los más pobres les envían una pizza a casa y, a lo mejor, hasta algún bocadillo sobrante de la fiestecita.

Por cierto ¿hay un documento que recoja el total (aunque sea aproximado) de las donaciones?, sí, esas pelas que dicen que han dado las grandes empresas, las pequeñas y medianas, los particulares, los solidarios; ¿hay una cifra (más o menos) de los miles de voluntarios que han entregado sus ganas, conocimiento y tiempo de manera altruista?, porque solo oigo hablar de ruinas y quiebras, y muy poco de ese 20% que han subido los alimentos, amparados en la necesidad (¡ay ministro, ministro!), y nada de lo entregado, dado y usado gratis; a ver si nos va a pasar como con el ‘céntimo sanitario’, que en Castilla y León son 5 por litro de gasolina, un impuesto añadido, supuestamente, para costear la sanidad y que no llegó (ni el céntimo ni sus 4 ‘hermanos’) nunca a su destino. Ya se sabe, entre ruina y ruina, están los de la boca cerrada, que se han lecho el negociazo a base de vender mascarillas de mierda a precio de oro, batas de tirar a coste de alta costura, y maquinitas de ozono a diestro y siniestro: no se han visto en otra en la vida, y por mor del temor a la muerte; a la espera estoy de acontecimientos: rebrote y vacuna, ¡ja!

Si en vez de plañir y pedir, nos dedicáramos a lo que mejor sabemos hacer (que algo será [abstenerse narcos y afines]); a mejorar gestión y servicios; a formarnos un poco más, a poner en práctica las buenas prácticas y enterrar la mala praxis, y si nos dedicáramos a trabajar con inteligencia: más en casa, menos contaminación, más conciliación familiar, más tiempo y más ganas de hacerlo bien, porque nos aunamos y luchamos por una sociedad que distingue entre el trabajo profesional y el pitorreo de perder el tiempo, entre la información y la mentira, entre el respeto que implica un contrato digno y la basura que te proponen; si le damos cuatro patadas al mamoneo, al postureo, al cachondeo nacional, y nos aplicamos en el conocimiento con sensatez y una vida sencilla de trabajo, colaboración y disfrute, y dejamos de devanarnos los sesos en soplar y sorber; pues si nos ponemos a ello, otro gallo nos va a cantar, y que nos cante todos los días al amanecer.

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