Los 72 kilos de cocaína los habían ocultado en los respiraderos de un buque, que había salido del Puerto de Callao (Perú) y fondeado en Avilés (Asturias): más de 15 kilómetros. Al llegar al Cantábrico, desde del Pacífico sur-oriental, los receptores del alijo midieron los riesgos, con varias visitas disimuladas, antes de acceder a los bultos. Cuentan los investigadores de Policía Nacional que, la noche señalada, “salieron de su domicilio en coche y, a baja velocidad, se dirigieron hasta un aparcamiento de la zona del puerto, donde 3 de ellos se bajaron y se escondieron entre los matorrales de la playa. El conductor volvió a la vivienda y, durante el trayecto, cambió de vehículo como medida de seguridad. Fueron observados en todo momento, desde que abandonaron la vivienda”.
En este momento y coordinados tierra-mar, “un equipo del GEO, especializado en actuaciones acuáticas, interceptó in franganti a los 2 narcosubmarinistas cuando recuperaban la droga del buque mercante. Mientras, el dispositivo policial establecido en tierra, detuvo al individuo que esperaba en tierra. Los agentes apresaron al cuarto investigado, que trató de darse a la fuga embistiendo a un vehículo camuflado de la Policía; los 4 detenidos fueron puestos a disposición judicial y todos ellos ingresaron en prisión. Además de los 72 kilos de coca marca Colombia, se han incautado de 2.200 euros, 2.300 dólares, dos vehículos de alta gama y 10 teléfonos.
Contra viento y marea
Mientras los negocios, empresas y fábricas están cerrados, y los ciudadanos confinados en su día 16, tras el Decreto de estado de Alarma para combatir contagios por coronavirus, los narcos quieren mantener su negocio a flote, contra viento y marea. Este caso, que parte de una información de Inteligencia Nacional Aeronaval de Panamá y la Drug Enforcement Administration, de EEUU; este caso, tiene pinta de ser un envío programado antes de la pandemia, con pocas posibilidades de frenarlo en origen y la ‘obligación’ de rescatarlo del casco del barco, por miedo a la deuda que a los receptores les suponía no hacerlo. Tal vez hayan tenido que dirimir entre unos años de prisión y un tiro en la cabeza a la puerta de su casa. Por la pequeña cantidad que han intervenido, parece que éstos engrilletados se estrenaban en el necio libre de impuestos, porque las cargas de los carteles son mucho más pesadas; claro que, como los proveedores se las saben todas, es posible que a estos pringaos (sumergidos en aguas gélidas) les enviaran el buque a Avilés con un ‘alijito de nada’, a la par que colaban el gran mondongo por otro puerto: Galicia, Cantabria o Euskadi. A saber! Lo cierto es que estos chavales van a estar más tiempo a la sombra, que recogidos en sus casas con la familia.
Va de barcos
Casualmente (o no) hace poco, a 80 millas de Ibiza, pillaron otro barco con 4 toneladas de hachís, que se pasó varios días dando vueltas por el Mediterráneo, sin que tuviera noticias de los alijadores, recluidos como todos, ante tamaña crisis por Covid-19. Porque los narcos, ante las restricciones y controles de pasajeros de aviones, y ante la prohibición de circular en vehículos si no es absolutamente imprescindible, se han quedado con las rutas mermadas y una presión policial que ni la esperaban ellos, ni nosotros. Las alternativas están en la mar, vía gancho ciego o similar, y barcos ya preparados para el transporte de narcóticos. Por cierto, los del mercante, ¿no sabían qué había en sus respiraderos?