Agentes de la Policía Nacional y policías búlgaros, coordinados a través de Europol y Eurojust, han llevado a cabo una operación de manera simultánea en Bulgaria y España, que ha permitido acabar con una organización de origen búlgaro, que luchaba por el control absoluto de la prostitución en la costa malagueña de Torremolinos y Marbella.
La operación cierra con la detención de 34 miembros de la mafia (26 en España y 8 en Bulgaria) y liberado a 13 de sus víctimas. En total se han practicado 21 registros en Málaga, Torremolinos, Marbella y Estepona; y otros 15 en diferentes localidades búlgaras, en las que se han intervenido casi 50 euros, 1.600 libras y 300 dólares; 5 vehículos, 12 relojes de alta gama (6 de ellos Rolex) y gran cantidad de medicamentos narcotizantes.
34 miembros de esta mafia, que operaba en ambos países. Además, se han llevado a cabo 21 registros domiciliarios en distintas localidades malagueñas y otros 15 en Bulgaria. Se ha decretado el embargo de 6 inmuebles y 18 vehículos y el bloqueo de numerosas cuentas bancarias. Trece víctimas han sido liberadas.
Desde 2014
La investigación comenzó en septiembre de 2014, cuando una mujer búlgara se presentó en la Comisaría de Policía Local de Marbella y dijo que se había escapado de unas personas que la obligaban a prostituirse, en la zona de Puerto Banús. Agentes de Policía Nacional especializados en delitos de trata de seres humanos se entrevistaron con la joven y, tras comprobar sus declaraciones, le ofrecieron todas las medidas de protección y apoyo previstas en la ley.
La investigación llevó a conocer un enorme entramado internacional que operaba, principalmente, en España y Bulgaria, con el objetivo de hacerse con el control de la prostitución en la zona de la costa de Marbella.
Red mafiosa
Algunos miembros de la organización, asentados en Bulgaria, buscaban mujeres jóvenes en las zonas pobres del país y las convencían para viajar a España, en busca de una vida mejor. Llegaban al aeropuerto de Málaga, donde eran trasladadas a distintos apartamentos de Torremolinos, en los que convivían con otras mujeres en su misma situación. Entonces eran informadas de que a partir de ese momento debían trabajar para la organización ejerciendo la prostitución.
La proxeneta
En los apartamentos vivía con ellas una “controladora”, mujer búlgara de mayor edad, que las vigilaba permanentemente, para impedir que se relacionasen con personas ajenas a la estructura de los proxenetas.
Las víctimas debían ejercer la prostitución en Puerto Banús, debiendo contactar con sus clientes en las calles y desplazarse después con ellos a hoteles o a pisos-prostíbulo, dispuestos por la organización.
Otros miembros de la organización las recogían en Torremolinos y las trasladaban en coches hasta Puerto Banús, en grupos de seis o siete chicas. Además, eran aleccionadas para cometer pequeños hurtos a los clientes: tarjetas de crédito y dinero en efectivo.
Extranjero borracho
El perfil de los clientes que debían captar es extranjero, turista, que lleve encima objetos de valor y, preferiblemente, borracho. Las chicas pedían a sus clientes que sacaran dinero de un cajero automático, para pagarles el servicio. Intentaban fijarse en el número PIN y mientras que estaban en el prostíbulo, les sustraían las tarjetas de crédito y realizaban extracciones de dinero. Al tratarse de turistas extranjeros, es muy probable que no advirtieran los cargos en su cuenta hasta el regreso a su país. En ocasiones, llegaron a dormir a los clientes con medicamentos.