La historia es siempre la misma. Captan a las mujeres en su lugar de origen, en este caso Paraguay, como en otros, Nigeria, en los barrios más pobres. Les prometen trabajo en España. Las traen y corren ellos con los gastos. Llegan aquí y las obligan a prostituirse.
Esta vez, en un club de alterne de Quiruelas de Vidriales, Zamora, del que escaparon tres de las víctimas y una de ellas denunció.
Los proxenetas les facturaron 1.700 euros por persona, como gastos de viaje y alojamientos que, rápidamente, se convirtieron en 4 euros.
Desesperadas
Las mujeres aceptan las ofertas de trabajo, aunque sospechen, porque están desesperadas y cuando las sumergen en una realidad insoportable, huyen. Algunas, denuncian; otras, no.
Una vez liberadas, ¿qué es de ellas?, ¿qué hacen?, ¿cuál es su vida?
El club de alterne que regentaba la pareja de encarcelados, está cerrado.
La policía ha hecho su trabajo.