A la espera del posible reconocimiento del cadáver, por parte de los familiares, y del resultado de la autopsia, todo apunta a que el cuerpo sin vida de una mujer de media edad, encontrado al mediodía de hoy en el Pico de la Peñota, de la Sierra de Guadarrama, entre los lindes de Madrid y Segovia, podría ser el de la desaparecida Blanca Fernández Ochoa, esquiadora olímpica y medalla de bronce en los Juegos de Invierno de 1992. Lo que ha trascendido a esta hora es que, la entrevista de los agentes investigadores, con un vecino de Cercedilla (Madrid), les abrió una línea sobre el posible paradero de Blanca, al confirmarles que el sábado, 24 de agosto, se cruzó con ella y, en la breve conversación que mantuvieron, la profesora de esquí le comentó su intención de ir a esta montaña.
Ese 24 de agosto
Blanca Fernández Ochoa, comentó con su hija y familiares que tenía la idea de hacer senderismo, durante 3 o 4 días, por Asturias y Cantabria. La medallista olímpica, hizo unas Búsquedas por Internet de casas rurales, para alojarse en esas breves vacaciones deportivas. No le debió de cuadrar ese plan y decidió darse ese tiempo en las montañas que más conoce y quiere y, el sábado, 24 de agosto, decidió irse a Cercedilla (Madrid), a bordo de su Mercedes clase A, con parada escueta en un centro comercial, para comprar algunos embutidos que comer durante el tiempo, quizás menos de los iniciales 4 días previstos.
Conocedora de la montaña
Pasan las jornadas y, dado que Blanca no lleva móvil, una herramienta útil si tiene cobertura y funciona, su hija Olivia comenta su inquietud con sus tíos y, horas después, cursan denuncia en Policía Nacional. Los primeros datos son poco firmes: Blanca es buena conocedora de la montaña, podría estar en la zona del Cantábrico; se le ha podido pasar el tiempo y no ha percibido la necesidad de comunicarse co0n su casa… Pero, la investigación arranca, en un primer abanico de manifestaciones familiares que, no quieren sembrar la alarma ni apuntar a más allá de un posible despiste de Blanca o, tal vez, un accidente.
Colaboración de todos
Tras las primeras pesquisas y ante la casi certeza de que Blanca puede ser víctima de un accidente y precisar ayuda, los agentes sugiere a la familia la posibilidad de hacer pública la denuncia de desaparición (29 de agosto) de la esquiadora Blanca Fernández Ochoa, de 54 años, posiblemente, entre el 24 y el 27 de agosto. Los familiares aceptan de buen grado y agradecidos que la colaboración ciudadana sume esfuerzos y se emprenda una búsqueda intensiva de Blanca, cuando ya es sábado, 31 de agosto, cuando en la noche se difunde esta información.
80 horas
A partir de ese momento, todos los equipos vinculados a las búsquedas de montaña y personas desaparecidas, están en marcha: Policía Nacional, Guardia Civil, Agentes Forestales, Bomberos, Agentes Medioambientales, Agentes Caninos de rastreo, Cuerpo de Caballería, espeleólogos, montañeros, alpinistas, vecinos… y, por supuesto, toda la familia de Blanca, se echan a los senderos y caminos del monte, cuando el domingo, a primera hora de la mañana, el hermano de Blanca encuentra su coche aparcado en los estacionamientos de Cercedilla, que dan acceso a las áreas a Las Dehesas, una zona apta para el senderismo, que frecuentan muchos deportistas de montaña.
Más de 400
El dar con el vehículo en el que Blanca se iba de acampada, senderismo y desconexión casi en plan vacaciones, abre un foco sobre el que centralizar la búsqueda de una mujer cuya ausencia inquieta sobremanera a sus hijos y familia. En el lugar, se planifica y decide cómo comenzar a buscar: “una aguja en un pajar”, como dijo Pérez de Tudela, a pie de monte. Todos los efectivos, más de 400, familia, vecinos, periodistas… acuden a la inmensa cuadrícula en la que se han convertido esta miles de hectáreas boscosas, abruptas, escarpadas y llenas de rutas, senderos y caminos, por los que practicar la caminata.
En poco más de 80 horas, hoy, miércoles, 4 de septiembre, se ha encontrado el cuerpo sin vida de una mujer que, a priori, puede corresponder con Blanca. La investigación continúa, sobre todo, con mucha tristeza.