El goteo malayo de las intervenciones, ya sea Policía Nacional o Guardia Civil, si no semanales, sí mensuales, lleva a un estado de preocupación que avala la incertidumbre. Hoy, los agentes informan de haber liberado a una menor traída a España sin el consentimiento de sus padres, y obligada a cometer pequeños delitos y a recoger chatarra.
La joven tiene 17 años y sus presuntos secuestradores, un matrimonio y su hijo ya están detenidos. Como en otras ocasiones, dicen que los padres de ella denuncian su desaparición, ya que el joven que supuestamente ha pagado un dinero de ‘dote’ por casarse con la menor, la ha llevado de Rumanía a España.
Tres semanas atrás Columna cero publica un caso similar y, paralelamente, recabamos datos para saber ‘un poquito’ qué pasa en suelo nacional.
Compra venta por 200 euros
La situación económica lleva a que muchas familias rurales de Rumanía caigan en dar a sus hijas menores a familias, bajo pretexto de boda gitana. Parece que el consorte paga 100 ó 200 euros a los padres y convence a la chiquilla de emprender un viaje hacia Francia o España, u otro destino provechoso para delinquir. Las artes persuasorias del dinero son harto conocidas.
Así, la pareja casada, pero no casada legalmente, emprende viaje a cualquier lugar de nuestra geografía, casi siempre por vía terrestre. Al llegar a suelo español, donde con seguridad tienen cobertura de alojamiento y contactos, emprenden su actividad delictiva.
Chatarra
Son los reyes de la recogida de chatarra que hacen en parejas o bien mandan a las mujeres ‘esclavas’ a recoger, por aquí y por allá (les gusta mucho el ámbito rural); venderla y traer la pasta a casa, donde probablemente tenga algún intercambio mercantil de corte sexual.
Si dominan el chatarreo, tampoco se quedan cortos con la mendicidad. Se calcula que el 80% de los mendigos que vemos por nuestras calles están en manos de las mafias rumanas. Aquí les gusta emplear menores, que siempre aflojan más la fibra sensible. Es difícil precisar cuánto recaudan, pero pueden rondar los 100 euros/mendigo/día en tierras galas y algo menos en la nuestra, ya bastante esquirlada.
Los niños, en grupos de 8/10 ó 12, son hábiles carteristas, diestros hurtadores y buenos conocedores de derechos, leyes y protecciones.
Centenares de detenidos
Los agentes detienen a los adultos a centenares. La operación Braila se cierra con 297 miembros de una mafia rumana detenida, que para más inri la controlada el jefe desde la prisión de Valdemoro (Madrid).
No hay provincia que no cuente con un largo historial de liberaciones de menores que van al gremio de la mendicidad, la chatarra y, por supuesto, la prostitución. Hay datos que apuntan a que el 60% de las chicas de bares de lucecitas son rumanas.
Como buenas mafias poco dejan transcender, pero el volumen operativo que han alcanzado en determinadas zonas de Europa, es más que preocupante; en España es para tomar medidas urgentes.
Prostíbulos
En nuestro país, líder en turismo, el entretenimiento sexual forma parte del catálogo lúdico. Las chicas, de 12, 14 ó 16 años, son conducidas como corderas al ‘matadero’ a una actividad de la que difícilmente se pueden zafar, a no ser que logren denunciar (con riesgo de su vida), su esclavitud.
No sólo acumulan ficticias deudas millonarias, sino que algunas caen en los barrancos de las adicciones. También, es cierto, parece que se está poniendo de moda, denunciar situaciones de trata ante la inminente entrada policial en los locales donde trabajan o en las calles donde se ofrecen. Y digo parece y supongo, porque es sospechoso que muchas, o casi todas, cuenten la misma historia que pudieran tener aprendida.
Como a los mafiosos el Código Penal se les queda corto, son grande aficionados a clonar tarjetas bancarias, al robo en viviendas y locales, al hurto en las calles y a todo lo que les ofrezca dinero, a los de ‘abajo’, miserias para subsistir en el inframundo y a los de ‘arriba’ para vivir de lujo.
Ida y vuelta
Este viaje desde Rumanía es de ida y vuelta. Mientras están sin ser descubiertos, la vida continúa. Cuando hay liberaciones se deporta a las víctimas, porque aunque Rumanía ingresó en la UE, en 2007, no pertenece al espacio Schengen.
Y qué pasa en su país? Pues se repite la historia. Hace unos días en esta misma sección publicábamos el caso de una menor ‘casada’ tres veces. Porque cuando las jovencitas son reintegradas a sus casas, los padres las vuelven a poner a la venta.