Son un clan familiar: 4 mujeres (dos de ellas hermanas) y 3 hombres nicaragüense, de entre 19 y 41 años, que llevan años, que se han afincado en Logroño y Alfaro (La Rioja) y en Huesca, sedes de su negocio de trata de esclavos que, como buenos conocedores de la pobreza que existe en su país, viajan con frecuencia a Nicaragua, para ofrecer puestos de trabajo en el cuidado de ancianos y dependientes, a las jóvenes más vulnerables, que creen que al llegar aquí su vida va a mejorar.
Trabajar sin contrato
Estos tratantes de humanos, les compran el pasaje de avión y les dan 1 euros, para justificar la estancia inicial en España, con visa turista limitada a 90 días; luego, las alojan en sus pisos y las presentan a las familias que solicitan sus servicios para el cuidado de sus ancianos o personas dependientes. El trato que cierran unos y otros no se formaliza con un contrato y pago de cuota a la Seguridad Social, sino que el salario establecido se lo pagan, cada mes, en B. De ese sueldo, las cuidadoras tienen que pagar a sus captadores el 85%, hasta saldar la deuda de 6 euros que les imponen por conseguirles el empleo, lo que les ha proporcionado a los apresados más de 750 euros, que se sepa, libres de impuestos.
Llegan a Barajas
Cuentan los guardias civiles que han desarrollado la Operación Ayote, que han liberado a 50 trabajadores de esta situación, sin que se sepa si los responsables de no contratarles legalmente han recibido la correspondiente sanción administrativa; y cuentan, que una de las cabecillas del clan de nicaragüenses, ha sido detenida en la terminal T4 del aeropuerto de Madrid-Barajas Adolfo Suárez, cuando intentaba introducir en España a otras 3 chicas de Nicaragua para su explotación. El resto de detenciones se realizaron de manera simultánea en La Rioja y Huesca, lugares en los que también se llevaron a cabo 4 registros domiciliarios.
Ayudados por ONG
Para mantener su negocio, el clan criminal sometía y controlaba a las trabajadoras con amenazas, intimidación y coacción, amedrentándolas con advertencias de las consecuencias a las que se enfrentaban sus familiares en Nicaragua, si llegaban a denunciar los hechos. Además, los productos básicos de primera necesidad, que la responsable del clan recibía de diferentes organizaciones de ayuda humanitaria, se los vendía a las trabajadoras a 20 y 30 euros, el comprimido de paracetamol.
Usureros
La jefa de esta banda usurpaba la identidad de las víctimas para poner anuncios en internet y redes sociales. Cuando descansaban o se quedaban sin trabajo, las alojaba en sus viviendas y les cobraban por todos los servicios. En caso de no poder pagarlos, les prestaban dinero a un 20% de interés.
Trabajo en equipo
La operación, dirigida por el Juzgado de Instrucción nº 2 de Calahorra (La Rioja), ha sido llevada a cabo por la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil en La Rioja, colaborando sus homólogos de Navarra, Huesca y Tres Cantos (Madrid), el Puesto Principal de Calahorra y la Unidad Cinológica Central.