Ocurrió el pasado mes de febrero en un vuelo entre Pekín y Melbourne, cuando una pasajera que escuchaba música con sus cascos, empezó a notar que se le quemaba la cara. La batería de los cascos, según ha informado la Oficina de Seguridad de Australia (ATSB), explotó, haciendo que su usuaria resultará con parte del cuero cabelludo quemado, parte también de la cara y ampollas en los dedos de intentar parar el fuego, a pesar de que la azafata del avión supo reaccionar rápido y le tiró un cubo de agua para apagar las llamas del dispositivo electrónico del cual no ha trascendido aún ni marca ni modelo.
A las dos horas de arrancar el vuelo, mientras la mujer dormía, fue cuando empezó el desastre. Según ATSB, la pasajera se dio cuenta bastante rápido, así como también la tripulación, de que “echaban chispas y tenían pequeñas llamas”. Tanto la batería como la cubierta de plástico de los cascos, quedó pegada al suelo del avión.
La ATSB en un comunicado a raíz de los hechos, remarcó el consejo que se le da a todos los usuarios sobre los dispositivos electrónicos, indicándoles que las baterías u otros dispositivos de similares características se guarden en el equipaje de mano, y no en el facturado, teniéndose siempre controlado y localizado durante el trayecto.
Hechos similares han ocurrido no hace mucho con el modelo Galaxy Note 7 de Samsung, el cual ha tenido que ser también retirado del mercado por el sobrecalentamiento y explosión de sus baterías de litio.
