La furgoneta había embarcado en el puerto de Tánger (Marruecos) con rumbo a Algeciras (Cádiz), donde al llegar fue señalada como sospechosa, por un perro de la Guardia Civil adiestrado para detectar drogas. Este agente canino ha desarrollado más instintos y fue tenaz en mostrar a su guía que el vehículo ocultaba algo.
Efectivamente, no se equivocó. La furgona contaba con una plancha de metal, soldada a los bajos y a modo de mínimo refugio, donde se ocultaban dos chavales. Uno de ellos pudo ser sacado de inmediato y se encontraba en buen estado físico; extraer al otro fue más complicado para los guardias civiles que tuvieron que emplear un elevador y distintas maniobras. El chico estaba hecho un guiñapo y fue atendido hasta su total recuperación.
Ambos han sido llevados, con las debidas garantías, a la Policía Nacional, responsable de las labores de extranjería.