Tiene 52 años y viajó en busca de trabajo. Se llama Nuria Ester Escalante y sus hijos la buscan desde el 31 de octubre, el último día que habló con ellos, desde Ibiza, a donde había viajado jornadas atrás, desde Alicante. Desde ese 31, su móvil está apagado, no hay movimientos bancarios y las pesquisan han dado un giro, que reduce las esperanzas de que esté sana y salva.
Los investigadores de la Guardia Civil, recogieron la denuncia interpuesta por uno de los hijos de Nuria, y trataron el caso con el protocolo que se aplica a los desaparecidos; por su parte, SOS Desaparecidos colgó el cartel de alerta, como hace en todos los casos. Las primeras indagaciones no dieron grandes resultados.
Se trata de una mujer adulta, de 52 años, que ha llegado a Ibiza en busca de un contrato laboral, como lo había hecho en varias ocasiones anteriores, porque ya había trabajado varias veces en los gremios de hostería y seguridad privada. Nuria le echa ganas y se centra en volver a lograrlo.
Al llegar a la Isla, Nuria se aloja en casa de un conocido, José Luis, de origen uruguayo, al que trata desde hace algún tiempo. Días más tarde, Nuria le deja la bolsa de su equipaje a otro hombre, un argentino quien, al enterarse de la desaparición de la mujer, llama a uno de sus hijos y le dice que él tiene las pertenencias de su madre, quien habían quedado en que pronto pasaba a buscarlas.
El 31 desaparece; en la primera semana de noviembre comienza su búsqueda; entre el 14 y el 16 de noviembre los agentes dan con el equipaje y registran la casa del argentino: la investigación da un vuelco; parece, que hallan restos de sangre. Los hijos se desesperan y las unidades peinan el Torret Buscastell, Sant Antoni, y las viviendas del uruguayo y argentino. Ahora se busca a Nuria desde otra perspectiva y surgen nuevas líneas de investigación.
Traen a un perro especializado en rastreo de personas; los buzos intensifican la búsqueda en el canal; los investigadores peinan las inmediaciones del camping del lugar y, de momento, nada. Hasta el lunes, en que arrestan al uruguayo, al argentino y a otros 2 hombres más: un italiano y un polaco. Total, 4 detenciones de sospechosos de saber dónde está y qué ha pasado con Nuria.
Los 4 están en calabozos y se presume que los guardias civiles van a apurar las 72 horas, antes de llevarles ante el juez que instruye el sumario, declarado secreto. Las incógnitas se suceden. ¿Qué le ocurrió a Nuria entre el 29 y el 31 de octubre?, ¿por qué abandona la casa donde se alojaba y le deja su equipaje a otro conocido?, ¿por qué no acude a buscar sus cosas?, ¿dónde está su móvil?
Con la hipótesis de que la ausencia de Nuria no es voluntaria y con la merma de la esperanza de encontrarla sana y salva, la investigación se centra en el rastro que ha dejado en las cámaras de vigilancia de distintos rincones de la capital ibicenca; analiza los últimos movimientos y averigua quién de los 4 apresados la vio por última vez.
La fatídica pregunta es si se ha convertido Nuria en una víctima más de violencia contra la mujer, como apuntan todas las sospechas; si hay que sumar otra pérdida a las 45 que arrastra 2018. Su caso, en estas horas, no pinta bien.