Los mafiosos actúan a dentelladas, para enriquecerse a cuenta de vender los cuerpos de mujeres en situación irregular y precariedad total. Son un mar donde pescar a chicas, muchas menores de edad, que terminan esclavizadas en la prostitución, que ejercen en cualquier chamizo de España.
Ya en marzo de hace 3 años, sebilla.abc.es, alertaba de que en un viejo cortijo de Vícar (Almería) se prostituía a niñas nigerianas. La mafia nigeriana es experta en la trata de mujeres de su país, a las que mueve por todo el mundo. Ahora, y con el recuerdo de otro reportaje sobre el nido de prostíbulos que se han creado en la misma provincia (Antena 3, Equipo de investigación), la Policía Nacional informa de la entrada en una casa cortijo de Vícar, donde han hallado a 22 mujeres sometidas por los 5 detenidos (4 han ido a la cárcel).
En este lupanar de la pobreza hay mujeres de Colombia, Honduras, Nigeria y Guinea Bissau; clara muestra de la situación que viven las jóvenes que llegan a España sin futuro cierto y, muchas, sin conocer el idioma. Ellas son las víctimas fáciles de estos proxenetas que han infestado los barrios más deteriorados y en los que se han hecho fuertes. En esta captura y liberación hay una pequeña diferencia. Estas chicas no han sido traídas de sus países; estas criaturas ya estaban en España, en distintas ciudades, deambulando en busca de una oportunidad.
En esta ocasión, dicen que la “investigación se inició hace 10 días, cuando agentes de la U.C.R.I.F. de la Comisaría Provincial de Almería recibieron denuncia por explotación sexual”. La testigo protegida relató cómo fue captada en Barcelona, por un miembro de la organización mientras que ella pegaba carteles en busca de trabajo. Le prometieron trabajo y vivienda, y se la llevaron en coche a Vícar, donde ya comenzó la historia conocida. Otras 4 mujeres contaron situaciones similares. La transacción era de 10 euros por 10 minutos.
En ese inmueble derruido y sin mínimas condiciones higiénicas han vivido las esclavas sexuales y han trabajado, para unos proxenetas perfectamente organizados, que viven de las chicas, okupan viviendas, ejercen la violencia y, por supuesto, trafican con drogas. Son unas bandas que se las saben todas y a las que cada vez es más difícil pillarles mondongo o dinero. Se mueven y amparan en la oscuridad del fraude, falsificación de identidades, y dominio de territorios.
La Policía Nacional cuenta con 106 agentes, interlocutores sociales con las ONG, que trabajan con chicas liberadas de la prostitución. La cuestión es que estas niñas carecen de formación, dominio del idioma y les lleva años ser ciudadanas de pleno derecho. Con tales mimbres les queda la salida del gremio de la limpieza en casas u hostelería, con unos salarios con los que es muy meritorio sustentarse. Muchas tienen hijos y familias a las que ayudan económicamente, porque en sus países de origen están aún peor. Eso, cuando no han sido vendidas por sus progenitores a los mafiosos.
Esta situación, que afecta a miles de mujeres de dentro y fuera, ¿cree usted que merece una profunda reflexión?, ¿qué piensan los que patrullan cuando ven a una mujer en la esquina, escasa de ropa y muchas de piel oscura?