Estaban asentados en un piso de Móstoles (Madrid), desde donde captaban a mujeres de Venezuela, a través de Instagram, con necesidades económicas, y a las que les pagaban billete de avión de ida y vuelta y una reserva de hotel, para que entraran en España en calidad de turistas; una entrada que da derecho a 3 meses de permanencia.
Una vez aquí, les pasaban la factura de los gastos, las instruían en cómo, dónde y qué robar; les indicaban cómo debían vestir cuando entraran en las tiendas de ropa (por ciertos, todas de la misma cadena), para no levantar sospechas, y les daban bolsos forrados de aluminio y utensilios, para quitar las grapas de seguridad de las prendas; además, fijaban un tope de piezas y coste, que no superara lo establecido en delitos menores (400 euros).
Con el kit completo, las chicas hacían su ‘trabajo’ y regresaban al piso donde las alojaban. La ropa robada la enviaban por mensajería a Rumanía, donde esta red o banda tenía su propio outlet, bien surtido y a precio inmejorable. Por si las ganancias eran pocas, utilizaban webs para ofertar las prendas de última moda y excelente calidad.
Pues eso, el chollazo español al que se apuntan delincuentes de todas las latitudes. En el registro de la vivienda de Móstoles, los policías nacionales han encontrado ropa robada valorada en 30 euros. ¡Lo que se habrán llevado!