Sí, me ha cabreado; me ha llevado a los 70 y si fuera la madre de este chimpalavaina le habría dado un coscorrón. Leo la crónica de IBAI FERNANDEZ – I. AGUINAGA/PATXI CASCANTE, en noticiasnavarra.com, “Altsasu responde con dignidad a la provocación”, y mucha serenidad. Me acuerdo de Yoyes (María Dolores González Catarain), de la lucha por la paz hasta la muerte.
Ser de profesión tuercebotas, es cobrar por un oficio cualquiera; empeñarte en demostrar que eres un desgarramantas, es algo a lo que nos has acostumbrado. Hace un tiempo era condescendiente al pensar: “qué pena de chico tan joven como inútil”; ahora no; después de ayer en Alsasua, no tienes ni pena ni gloria; la ignorancia te ha colmado hasta borrar tu nombre adjunto al grito “quiero guerra”; es verdad, la quieres, pero no te la vamos a dar; no te vamos a dar ni una línea.
Cuando uno se empeña en ser memo y necio a partes iguales; en ser el predicador que atonta y aboba en Hamelín, y cuando lo hace con los dineros de todos, debería ser sentado en los tribunales de la justicia social, acusado de delito de provocación. Cierto que te ampara la ignorancia que viste al fatuo, la ambición de Narciso, la ignominia gratuita; cierto que estás más calado que un paraguas de 3 reales; pero, si echas gasolina, hasta las piedras arden. Eso es premeditación y alevosía, quizás planeado con nocturnidad.
Desde la diáspora te digo que no es sano meter los dedos con saña en las heridas que aún cicatrizan. Eso, no es democracia; eso es ser mala gente que quiere romper un país que se levanta a trabajar cada mañana, para pagarte tus 30 monedas. Quieres removernos las entrañas, pero voy a seguir con las manos metidas en los bolsillos del kaiku.