Era de madrugada, era agosto y eran 4 hombres, de entre 18 y 30 años; 3 españoles y un marroquí, con numerosos antecedentes por robos y violencia doméstica. Ellos eligieron a su víctima: una mujer; aún más fácil: una mujer con una discapacidad intelectual del 65%.
Ella iba camino de su casa cuando la abordaron y convencieron con engaños de que les acompañara a una vivienda que estaba cerca. Ya en el piso, 3 de ellos la agreden sexualmente y, tras su satisfacción, la encierran en una de las habitaciones para que no pueda fugarse. El cuarto cómplice se cansa de oír los gritos de auxilio de la víctima y decide casarla del piso y llevarla hasta una gasolinera próxima al inmueble donde ha sido violada por los 3.
Ella creyó ver su liberación cercana, pero no fue así. El individuo la arrastra hasta un descampado donde la agrede sexualmente; ella se resiste y consigue librarse de su violador. Corre hasta el Hospital de Collado Villalba, donde la asisten y ponen de inmediato el protocolo obligado en estos casos. Hay rastro de ADN. Hay grabaciones de las cámaras de seguridad.
A los 3 encausados por la violencia desarrollada en la casa, les detiene la Guardia Civil a finales de agosto, al cuarto encausado han tardado más en localizarle. Después de la noche del suceso se fue a Santander. Al regresar a la localidad madrileña, le han arrestado en la estación de la Avenida de América. Ahora, los 4 están en prisión preventiva a la espera de juicio. Ella está rota.