Si el rescate se preveía complicado, tras la muerte de uno de los soldados buceadores por quedarse sin oxígeno mientras recorría el camino de vuelta desde donde se encuentran los pequeños hasta la entrada de la cueva, ha hecho saltar todas las alarmas.
Samarn Poonan, antiguo submarinista militar, era uno de los encargados de repartir bombonas de oxígeno a lo largo de la complicada ruta que deberán recorrer los menores si finalmente se opta por esa vía para el rescate.
En el camino de regreso, Samarn se quedó sin oxígeno y se desmayó, un compañero trató de reanimarlo pero ya nada pudo hacer por su vida. Este fallecimiento es un duro golpe a las esperanzas de poder rescatar a los supervivientes por esa vía y además se ha comprobado que están bajando alarmantemente los niveles de oxígeno dentro de la cueva.
Existe además otro problema, dos de los niños presentan malnutrición y por eso se barajaba sacar primero a los más fuertes para dar tiempo a que estos últimos se restableciesen mediante los suministros que se les hacen llegar.
Los niños sí saben nadar
Sus compañeros niegan que los menores no sepan nadar y han mostrado fotos de ellos en la piscina. Desde el martes se les está impartiendo un cursillo acelerado de buceo que ahora no sabemos si va a continuar.
Hoy viernes, los trabajos se centran en hacer llegar una tubería de aire que pueda renovar el oxígeno de la cueva donde se hallan refugiados y que se encuentra bajo mínimos.
Al mismo tiempo se bombea el agua fuera de la cueva para intentar que pudiesen salir nadando con chaleco salvavidas sin necesidad de bucear, pero el trabajo es muy lento y el tiempo amenaza con lluvias torrenciales que harían subir rápidamente el nivel del agua, temiéndose incluso que llegase a inundar la zona en que se hallan refugiados.
Una treintena de equipos buscan sin descanso una fisura en la montaña que permita perforar en algún punto cercano al lugar donde se hallan los menores, siendo esta opción la que ahora cobra más fuerza como más viable para rescatarlos.