Agentes de Policía Nacional, en colaboración con la Dirección General de la Seguridad Nacional de Marruecos han desarticulado una de las más importantes organizaciones, de origen nigeriano, dedicada al tráfico y trata de seres humanos, con fines de explotación sexual.
La operación se ha desarrollado en dos fases diferentes, una de ellas en suelo español, que se saldó con la detención de siete personas, miembros de una organización nigeriana especializada en la explotación sexual de mujeres, también de origen nigeriano.
Los arrestos llevaron a los agentes hasta otros tres nigerianos que, desde Marruecos eran los que abastecían de mujeres a la anterior célula. Estos últimos, son los máximos responsables del tráfico ilegal de inmigrantes, a través del Estrecho de Gibraltar, al menos, desde 2008.
39 mujeres
La primera víctima, una adolescente de 16 años, fue localizada en un centro de menores de Ceuta, desde donde querían enviarla a Torrevieja (Alicante), para ser una esclava sexual. A raíz de esta investigación se apresa a los siete nigerianos, cuatro de ellos en prisión sin fianza. Los detenidos formaban dos grupos, liderados por dos mujeres de las que la policía tiene constancia de que habrían traficado al menos con 39 mujeres, a las que después habrían explotado sexualmente.
Las tratantes las alimentaba exclusivamente de pan, sin darles posibilidad a que ellas se compraran otros alimentos. Las mujeres eran obligadas a prostituirse todos los días, durante más de doce horas, teniendo prohibido regresar al domicilio en el que vivían antes del amanecer y con la cantidad de dinero estipulada por los tratantes.
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Si regresaban antes o no entregaban el dinero convenido, eran duramente castigadas. Esto, unido a la gran competencia que tenían, pues el número de mujeres de origen nigeriano obligadas a ejercer la prostitución en Torrevieja era muy elevado, hacía que se vieran obligadas a ofrecer servicios sexuales a precios muy bajos, incluso por 5 euros.
El grado de control ejercido por los tratantes sobre las víctimas y la situación de miedo en la que vivían quedaron reflejados en sus declaraciones, en las que aseguraron que, “no había otra opción”.
Vudú
Se ha podido identificar a otros miembros de la organización, afincados en Nigeria y en Marruecos, que participaban en la captación de mujeres y en la realización de rituales de vudú antes de salir de Nigeria. Esta célula se encargaba en su desplazamiento por tierra, desde Nigeria hasta el norte de Marruecos, de su alojamiento, a la espera de su traslado a la Península y del cruce a través del Estrecho de Gibraltar, en pequeñas embarcaciones tipo “patera”, u ocultas en el interior de vehículos.
De los tres, uno operaba a caballo entre las ciudades de Rabat y Tánger. Se trata de un viejo conocido de la policía marroquí y española, por traficar con personas y el máximo responsable de gran parte de las operaciones de cruce del Estrecho de Gibraltar con inmigrantes, desde 2008.
Todo un ‘capo’
Considerado como una de las personas más influyentes entre la comunidad nigeriana asentada en Marruecos, todas las personas se ponían en pie cuando él entraba en la iglesia, restaurantes y otros lugares públicos que frecuentaba. Contaba con escolta privada para sus desplazamientos por Marruecos y era el único con suficiente poder adquisitivo como para poder costear los motores y las embarcaciones tipo “patera”, en las que embarcaba a cientos de inmigrantes, sin las más elementales medidas de seguridad, poniendo en peligro la vida de varias personas en cada trayecto.
Hay pruebas de más de 40 embarcaciones directamente relacionadas con él han partido del norte de Marruecos rumbo a España en los últimos años, algunas de las cuales nunca llegaron a nuestras costas, posiblemente, por naufragio.
El ‘rápido’ y cruel
El segundo estaba asentado en Tánger y se encargaba de recoger a las víctimas en Nigeria y trasladarlas hasta Marruecos. Su reputación entre la comunidad nigeriana le otorgaba ciertos privilegios ante las autoridades fronterizas de los distintos países subsaharianos por los que atravesaban, lo que permitía el cruce de las víctimas de trata, trasladadas por él mismo, de forma prioritaria. Carente de cualquier tipo de escrúpulo, se caracterizaba por maltratar a las víctimas y agredirlas sexualmente a lo largo de los traslados.
Su reputación, derivada fundamentalmente de la rapidez y dureza con la que gestionaba los traslados de las víctimas, así como los contactos que tenía con las autoridades en algunas fronteras, que hacían que tratantes asentados en países de Europa “contratasen” sus servicios.
El facilitador
En cuanto al tercer detenido, se encargaba de alojar a las víctimas en Tánger hasta que se gestionaba su traslado a España, manteniéndose en contacto con el primero, que era quien marcaba el momento oportuno para el cruce del Estrecho. Obligaba a las mayores de edad a ejercer la prostitución y a las menores a mendigar, para tener mayores beneficios.
En los últimos tiempos había cambiado de “modus operandi” y comenzado a enviar a algunas víctimas a través de la ruta migratoria que utiliza Libia como lugar de entrada de las víctimas a Europa.