Es de esos que gritan sin hacer ruido. De los que brillan siempre con luz propia. De los que se muestran a medida con todas sus cartas. Así, Carlos Sainz.
Les cuento; Carlos es un tipo brillante. A veces más de lo que hace mostrar o parecer. Un chaval sencillo, pero de mucha altura. Algo que cada vez se ve menos. Y es que el madrileño, así como es, se ha hecho un sitio. Él sólo. Incluso ya antes de saber que estaba preparado. Porque cuando ultimaba su ‘penúltimo’ escalón hacia la Fórmula 1 (ya saben, cuando su nombre estaba unido al de su padre, que se dice) y Carlos se mostraba en las World Series, Helmut Marko le dijo algo muy claro: “es tu oportunidad, pero quizás no tengas más”. Era todo o confiar en serlo. El resto de la historia ya la conocen: campeón a lo grande y de ahí brillo en brillo bajo los pupilos de Red Bull.
[Sumario]
Pero hace no menos de un año, en la carrera de Barcelona, en su casa, discutíamos unos amigos y periodistas sobre hasta dónde podía llegar. Él hacía tiempo que había dejado por el camino su ‘segundo primer apellido’ [Jr.] para ser únicamente Carlos Sainz. Terminó sexto aquel domingo, pero nada de lo que sorprendernos porque una carrera más tarde, sobre las calles del Principado de Mónaco, lo volvió a hacer y lo hizo aguantando los embistes del Mercedes de Hamilton para igualar ese mejor resultado de su carrera. Tiempo después, bajo la noche, la lluvia y las luces de Singapur, iba camino (aún con aquel ya seco Toro Rosso) de su primer podio en la élite. Finalmente terminó cuarto mejorando así el mejor puesto de su vida… pero por ello y sólo de pensar de lo que podía hacer da muestras del talento de un piloto que está ya entre los mejores de la F1.
En aquella cita de Singapur, los jefes de Toro Rosso con Franz Tost a la cabeza, sabían que o acababa la temporada junto a ellos o la empezaba con Renault, donde siempre le siguieron y apostaron por él. Se tiró a una piscina, como quien dice, y corrió ya las últimas cuatro carreras en el coche amarillo con un séptimo puesto como debut, haciendo gala de lo que consiguió tiempo atrás. A su lado tendría a un compañero con suma experiencia y de los más grandes talentos que cuecen en la parrilla de hoy, como es Nico Hulkenberg, para no dejar de volar sin aprender.
Hoy, como continuación, empieza su primera temporada completa con los de Enstone, en un año de constante evolución por ambas partes. De dar un nuevo paso por el que empezar a alcanzar los puestos de cabeza… con él a bordo. Porque quieren volver a ser el equipo grande que lo fue en el pasado y del que hoy cuentan con un gran margen de mejora. Porque lo que importa es que Carlos ya no se encuentra en un equipo limitado como es el filial de Red Bull, sino que ahora pertenece a un proyecto con ideas de éxito y con ganas de volver a saborear el triunfo.
El piloto español tiene grabados los auges mundiales de Fernando Alonso con los franceses siendo objetivo de emularlos en un futuro no muy lejano. Si Renault explota su potencial y tienen coche para luchar, el piloto estará. Es un hecho. Como ejemplo que un día ya lo dijo un genio astur. De momento está ahí, en el camino… Carlos. Sainz. El nieto de un ‘botones’ de Madrid, el hijo del campeón de rallys, el que dejó de ser aprendiz para convertirse a fuego lento en el campeón que quiere ser. Con todo atrás para alcanzar lo que viene…
