“Nada es eterno. No somos nadie.” Eso decía siempre mi abuela en paz descanse. Una de las personas con quien tanto quería en mi vida. Parecen frases huecas o trilladas pero son verdaderas hasta en cada una de sus letras. Nada es eterno. Significa el carpe diem, el vive hoy y aprovecha el mañana, disfruta lo que tienes ahora para saborear el máximo esplendor de la sabiduría recíproca y de la belleza intrínseca que guardan es sí las cosas. No somos nadie. Frase hecha de desastres ahogados en vivencias que hacen volverse a uno intachable de desdichas a veces innecesarias cuando se siente en la parquedad de mencionar las palabras que componen esa frase. Significa que nada de lo que te pasa es tan importante y que para todos la muerte nos llega. Como la canción que con tanta alegría canta un gran compositor como es Nacho Vegas: Moriré, moriré, moriré y es lo único que sé… y cuándo lo haga al fin ya nada va impedirme descansar y así obtendré la santa paz que en vida no gocé jamás… es un poco triste pero es una buena y bonita canción, invito a los lectores a que la escuchen.
Mi abuela o mi bueli como yo siempre la llamaba, aceptaba el devenir de la vida con una actitud valiente y digna de una señora que ha vivido por y para los demás. Siempre pendiente y serena de todos, siempre atenta y preocupante a todo lo que pasaba a su alrededor.
Otra de las cosas que aprendí de ella es que hay que tomar riesgos en esta vida. Recuerdo a mis diecisiete años cuando le comuniqué a mi madre que me marchaba de casa a buscar otros horizontes a tierras andaluzas; mi madre entró en cólera y en una especie de tristeza prolongada y de incomprensión que yo no sabía parar. Mi bueli con sus años encima le dijo a mi madre con una certeza de esas que solo las abuelas saben transmitir: “déjala, es así la vida. Ella sabe lo que hace.” Bien es cierto que una actitud puede trasladar el estado más inferior de alma a un estado de máxima paz y plenitud. Esa capacidad la tenía mi abuela Josefa. Por ella soy muchas cosas de las que soy ahora, siempre eternamente agradecida abuela. A ti te requiero, que no somos nada y que nadie es eterno.