El proyecto común europeo que hoy se encuentra en un proceso acelerado de descomposición debido a diferentes causas, comenzó en 1950 un camino que tenía por objetivo establecer una unión entre los diferentes pueblos europeos, basándose en los principios fundamentales de la cooperación y la solidaridad. Esa Europa que pretendía constituir y desarrollar un marco de valores compartidos para superar la devastación provocada por la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, se encuentra 67 años después herida de muerte.
Uno de los síntomas más evidentes de la desintegración europea, está siendo la acción deliberada por parte de los representantes políticos europeos de establecer muros a la tragedia humana de los refugiados. Esto significa que uno de los valores fundamentales en los que se construyó el proyecto europeo, en este caso el principio de solidaridad, se está violando sistemáticamente por parte de los representantes europeos. Si se elimina el principio de solidaridad, el proyecto europeo deja de tener sentido.
Toda esta situación se ve agravada cuando la Unión Europea firma el pacto de la vergüenza con Turquía para tener a los refugiados retenidos en campos de concentración en condiciones inhumanas. Estas imágenes que vemos todos los días en televisión nos recuerdan a finales de la Segunda Guerra Mundial, y a las matanzas sistemáticas que practicaban los nazis. Además no hay que olvidar la coyuntura de Turquía, un país que roza la dictadura, donde se persigue a la oposición política y se ataca a los medios de comunicación críticos.
A la cuestión de los refugiados hay que sumarle otras causas para entender la decadencia de la UE. El factor político y económico explican la situación terminal del proyecto común. El factor político, unido al económico a través de la aplicación de las políticas de austeridad fracasadas, han establecido la Europa de la desigualdad, de la pobreza y del caldo de cultivo ideal para el surgimiento de formaciones de extrema derecha.