Me pregunto dónde está el amor, la dignidad, la atención que se merecen nuestros mayores. Ellos que no tuvieron una vida fácil y, aun así, lucharon para que tuviésemos los derechos y libertades que disfrutamos.
Es vergonzoso e inaceptable ver en los medios de comunicación imágenes tan denigrantes y vejatorias del trato que se les da en ciertos centros geriátricos (no a todos, ni en todos) que hace sentir que el ser humano cada vez es menos humano y más imbécil. Me causa consternación porque en un futuro “los viejos” seremos “los jóvenes” de ahora.
Así que, ya nos podemos “poner las pilas”. Apliquemos la inteligencia emocional (aunque algunos no tengan ni idea de lo qué es) y eduquemos a niños y adolescentes para que en un futuro no nos vean como “un recipiente de contenido caduco que ya para poco sirve”.
Hay culturas donde las personas mayores son veneradas y escuchadas. Hagamos que sea así puesto que su bagaje vital es la fuente de donde manan valiosos conocimientos, un activo para la humanidad. Pero, pareciera que cuanto más se les deteriora a ellos el cuerpo más se nos estropea a nosotros la mente.
Tenemos la obligación moral de inculcar a las generaciones venideras el respeto por nuestros mayores. A valorar su opinión y su legado. A no apartarles por las arrugas del cuerpo; porque la mente no tiene arrugas, ni tampoco las tiene el alma.
Tomar conciencia de la protección a este grupo de personas que tantos beneficios nos entregaron, y nos siguen dando, permitirá que “ser mayor” no sea sinónimo de olvido, o de exclusión social.
“Para la opinión pública, aunque sensibilizada, la vejez sigue siendo una asignatura pendiente, ya que la ignorancia sobre esta etapa de la vida es generalizada. El llegar a viejo es ya el horizonte normal en la vida de los ciudadanos. Por nuestro propio interés, hay que cambiar la idea que se tiene de persona mayor, para que la sociedad adquiera una mentalidad abierta que supere prejuicios y actitudes negativas.
Nuestra sociedad no está éticamente madura para comprender a las personas mayores como proyecto de vida. Para ello se ha de pasar del modelo tradicional de la vejez como etapa deficitaria, en donde todo es pérdida y deterioro, consecuencia tanto de los cambios biológicos, psicológicos y sociales que se producen en el individuo que envejece, como por la visión distorsionada del colectivo societario, con sus mitos, estereotipos y prejuicios.”
Este extracto de un artículo de opinión de Enrique Pozón, publicado hace unos años (Diario de Córdoba), creo que define muy bien la visión de la sociedad en relación a la vejez.