Diario de una cuarentena por una sesentona

Calles vacías o salpicadas por los egoístas que anteponen deseo y costumbres, a la orden dada de mantenernos en casa; negocios cerrados y autónomos que se echan las manos a la cabeza.
Edurne García Ordóñez
España
16.03.2020
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Si entre 2010 y 2012 nos pusieron a miles en la calle, en este 20-20 estamos todos en casa por culpa de un COVID-19, que apareció en noviembre-diciembre (2019,) en la cercana China, y que se lo comunicó al mundo el último día de ese año. Entre ponte bien y estate quieto, aquí se oficializó el primer caso el 31 de enero, en La Gomera (Canarias), isla hermosa de punta a punta, con su Gara-Jonay (Garajonay) y la fuente de los 7 caños, con valles y barrancos que van a dar a un Atlántico, siempre dispuesto a unir culturas y convertir el silbo gonero en lengua propia, declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, en 2009, por la Unesco. Este modo de comunicarse entre grandes distancias, bien podría servirnos a todos en estos días de estado de Alarma nacional, en los que estamos confinados y solo salimos a los balcones, para aplaudir a los miles de sanitarios que se dejan la piel en atender a los más de 8 infectados.

Recuerdo cuando la marea blanca salió a las vías que hoy son impisables, a decirnos que los recortes del gobierno de Rajoy nos llevaban a una situación extrema. Entonces echaron a miles de sanitarios, a los que les partieron la vida en dos, como hace la incertidumbre económica en la que quedaron sumidos, sin saber cómo pagar la hipoteca, mantener la calefacción o tener algo en la nevera el 10 de cada mes, día en que ingresan el subsidio del paro. Parados se quedaron, con una reforma laboral debajo del brazo y un regusto amargo que hoy muchos recordarán y del que pocos se libraronl. Qué tiempo ese, donde algunos se empecinaban en privatizar el tesoro nacional de la Sanidad, pagada por todos, menos por los que se llevan el dinero fuera o se dedican a tiempo completo a la delincuencia. Hoy, los centros sanitarios están bajo las órdenes de un Gobierno, que los pone a disposición de una enfermedad, de la que nos informan a diario. Entonces, el rodillo de la avaricia y la codicia echó de sus casas a medio pagar, a miles de ciudadanos de bien, que fueron arrojados fuera de su techo con sus hijos y sus hatillos; hoy, hay una llamada nacional, para recoger a toda persona que no tenga solución habitacional y darle cobijo. Lo que no hizo hace 10 años el sentido común, lo hace un microscópico virus de extraño origen.

Ahora estamos ante la restauración, a la fuerza, de la Sanidad y la salud intelectual, pese a los que se agarraron durante 7 años a “la herencia recibida” y al “como no puede ser de otra manera”, frases acuñadas por aquel presidente que salió de registrar cuatro fincas y media, y soltó el boli para fichar por la política hasta su suculenta jubilación; y por aquella que no se separó de su lado, hasta que el chaval de dudosa licenciatura la desbancó. Efectivamente, la herencia que nos han dejado es similar a las siete plagas; y, efectivamente, las cosas pueden ser de muchas maneras, formas, modos y, desde luego, puede gobernarse sin enfangarse en el lodo de la sisa y la mordida de corruptos corrompedores. Qué bueno este tiempo que nos da la oportunidad de hacer un repaso a una década que entre los engrilletados y los gritones de independencia, ha dejado a millones de pagadores de impuestos al borde de la quiebra laboral, económica, moral y psicológica, sumidos en contratos basura, tan segmentados como alejados de la llamada conciliación nacional (¿qué es eso?), que el devenir nos impone en bandeja, por razones de fuerza mayor.

Las mismas razones que han llevado al Rey a suspenderle de sueldo a su padre, el emérito, por guardarse en una cuenta de por ahí, más de 100 millones (de euros o dólares, a saber), provenientes de sus amigos que sacan petróleo del desierto; las mismas razones de fuerza mayor que nos empujar a sospechar que tenga más cuentas y más regalos en forma de billetes de curso legal, esparcidos por paraísos, a los que quienes les pagan jamás irán. Esta decisión, que probablemente esconda otras y más que ocultar, retrata 40 años, que a los que nos han salido canas frente a un teclado sabemos están llenos de sombras y algunas luces. Pero, tal vez, este bichito asesino nos de tiempo de reflexión, en días largos y fríos.Quedan muchas medidas que tomar: por ejemplo, que nadie pase frío en su hogar; sin cortes de luz, agua y suministros;  con suspensión del pago de la hipoteca durante 6 meses, ayudas inmediatas a los alquileres, para las rentas más bajas y especial atención a los autónomos. Bueno, hoy, aquí lo dejo, que son las 06:28, y hay que dejar libre el internet a favor de los que tienen  que trabajar desde casa. Hasta mañana.

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