Ella contempló a un ángel alado regalándole retales de gloria, para, cogida al corazón de su recuerdos elegir letras y decirlas como cuando estaban ordenadas en su juicio y sabía lo que dolía, lo que amaba, lo que odiaba, lo que jamás olvidaría…
Pero, ahora…, ahora ya no habría más preguntas con respuestas. Ni preguntas. Solo un mundo de nubes oscuras. O, quizá, una luz colándose por su retina para percibir el temor sin cura. La enfermedad del alma. El olvido de los que no recuerdan. El recuerdo de los que no les olvidan.
Ahora, ¿sin ti?, mi vida ya no es mía. Es de quien me ofrezca su mano, su calor, sus palabras que acaricien mi mente vacía. Mientras yo permanezco pérdida. Siempre pérdida en un túnel negro. Con vida pero sin mi vida.
Tú que me diste alas eternas, lágrimas de sufrimiento, de dicha ¡Ahora comprendo que volé bajo por sendas sencillas! Aunque conjugué contigo espacios luminosos en tiempo de borrascas infinitas.
Pero hoy, después de este obsequio evocando al recuerdo, te volverás a llevar la esencia de mi ser, deteriorando a mi persona, me abocarás al silencio atronador de mis adentros, dejarás blancos y planos mis pensamientos, sin arco iris mis días, y borrarás de mis entrañas, toda, toda esta amada memoria mía.