Como liberal que soy me gustan los impuestos bajos, o la supresión de los mismos. Entiendo que debemos asumir esta figura confiscatoria por parte del Estado para prestar servicios a la ciudadanía. Aunque el caso español es flagrante, ya que cada ciudadano aporta el 52% de su renta a financiar al Estado.
Pero en el día de hoy quiero hablar del impuesto de sucesiones y donaciones, que tanto se ha trillado en los medios de comunicación. Este impuesto es, probablemente, el más vergonzoso de todo el sistema fiscal nacional. Este tributo supone que un bien, por ejemplo una vivienda, tribute dos veces en las arcas públicas. Por no hablar de lo que supone que un andaluz, por el hecho de nacer en Granada, salga peor parado que una persona que resida en Móstoles. La igualdad que tanto se promueve por parte de la socialdemocracia queda aquí retratada. Aunque bueno, ellos quieren igualar para que el de Móstoles salga peor parado en lugar de que el de Granada salga beneficiado.
El impuesto sucesiones no solo afecta a lo que se herede en dinero metálico, sino que también Hacienda tasa el patrimonio. Esto supone, que una persona que herede dos viviendas (la del pueblo y la de ciudad) y que Hacienda las tase a su juicio propio, pague, ahora sí, en metálico al fisco. La traducción es que aquellos herederos que tengan un salario medio de 1.500 euros mensuales y hereden en patrimonio, se endeuden con el fisco para poder mantener una vivienda que sus padres ya pagaron y tributaron.
Es aberrante que los herederos tengan que endeudarse o, en algunos casos, renunciar a una herencia, porque el impuesto es abusivo. Lo es más cuando se trata de un bien que sus progenitores adquirieron, pagaron y tributaron ya por él. Pero la vergüenza no se queda ahí, el impuesto aumenta aún más cuando el heredero decide dejar sus bienes a sus sobrinos o familiares que no sean de línea directa.
El Estado recauda al año 2 millones de euros con este impuesto. Puede parecer una abultada cantidad sino se compara con un gasto. Por ejemplo, las diputaciones provinciales suponen un desembolso de 22 millones de euros anuales. Con solo un recorte de menos del 10% en estas instituciones, se podría suprimir el impuesto más vergonzoso de todo nuestro sistema fiscal.
Es un tributo que carece de sentido. Es un impuesto al ahorro y al esfuerzo que una persona realizó durante su vida. Es un contrasentido que los herederos tengan que desembolsar una fuerte cantidad de dinero, o tengan que pedir un préstamo para poder disfrutar de un bien que el fallecido le legó. Por no hablar de aquellos casos en los que los herederos renuncian a la herencia porque el impuesto es imposible de pagar.
[Sumario]¿Pero qué hacen nuestros políticos ante esto?
Susana Díaz ha pedido al Gobierno que armonice el impuesto de sucesiones. Ella quiere que todos los españoles paguen el mismo porcentaje elevadísimo que pagan los andaluces. La candidata a liderar el PSOE lejos de buscar una mejoría económica para los andaluces y aportarles un desahogo fiscal, quiere asfixiar al resto de españoles con un impuesto aberrante.
Esto es algo peculiar de nuestro país, somos de los que más pagan en la OCDE por heredar. De media, el tipo impositivo es del 35%, frente al 15% del resto de países. Por no hablar de aquellos que ya han eliminado este tributo, como son: Australia, Canadá, Israel, Luxemburgo, México, Nueva Zelanda, República Checa y Suecia, entre otros.