Casi desde que vio la luz, Podemos ha sido como una serie con un único protagonista, Pablo Iglesias, y con un grupo de secundarios que, en algún momento que otro, han pugnado por sumar frases y escenas a su personaje. Sin embargo, esos intentos han sido en vano y Pablo Iglesias sigue desmarcandose como la auténtica y principal cara visible de su partido.
Prueba de ese personalismo es lo ocurrido hace unos meses, con el nacimiento prematuro y, gracias a Dios, exitoso de los dos hijos del líder de Podemos y su compañera, Irene Montero. La desaparición de ambos del emiciclo y los medios, por motivos más que obvios y justificados, trajo consigo una desaparición casi total de los colores de Podemos en los medios de comunicación. El partido que antaño ocupó titular tras titular se enfrentó a una sequía mediática que trajo consigo, de forma irremediable, una caída estrepitosa en la intención de voto que, si bien no reflejaban algunas encuestas, sí se veía y se ve aún en la sociedad.
Ahora, coincidiendo con el regreso de Montero a la escena pública y con el inicio de la baja por paternidad de Iglesias, Podemos se enfrenta al desafío que le plantea el que fue en su día mano derecha del líder del partido. El cambio de bando de Íñigo Errejon, que pasa a optar a la presidencia de la comunidad de Madrid de la mano de Manuela Carmena, supone un duro golpe para el partido morado, que no solo tiene que buscar un candidato a toda prisa, sino que afronta una situación complicada, con múltiples divisiones dentro del partido y entre sus electores; y lo hace coincidiendo, además, con una etapa en la que se piensa ya en clave electoral, no solo de cara a las autonómicas y municipales, sino también a unas generales que, si bien no tocan hasta 2020, podrían adelantarse si Sánchez no consigue aprobar sus presupuestos.
Esta difícil situación para Podemos llega en un momento en el que, además, suena en todas partes el nombre de su antítesis, Vox. Un partido que, además, no duda en sacar a relucir uno de los hechos que más molesta a los votantes de Podemos, la vida cada vez menos de "barrio obrero" que tienen sus líderes.
Y ante todo esto Pablo Iglesias tiene que tomar una difícil decisión: seguir de baja y confiar en que los "secundarios" sepan solucionar la crisis o salir a la palestra y tomar el control arriesgándose a que le tachen de machista por actuar como si Montero no fuese capaz de solucionar las cosas. ¿Qué hará Iglesias?¿Qué hará Podemos?¿Será el principio del fin?lo veremos en las urnas.