Qué menos que subrayar, en una líneas, algunas palabras del director de Datos, Investigación y Políticas de UNICEF, Laurence Chandy, en la Conferencia Intergubernamental para el Pacto Mundial sobre Migración (Marrakech, 10-11 diciembre) que tienen claves útiles para saber qué es lo que pasa con estos menores, que llegan a las costas con una mano delante y otra detrás; el móvil, alguna dirección de contacto, y se convierten en los Sin-Sin: sin papeles, sin conocimiento del idioma, sin dinero, sin estudios reglados, sin raíces en ninguna parte, sin rumbo fijo.
Para estos chicos (mucho peor para las chicas), ahora hay un pacto recogido en 23 párrafos. Algunos de ellos se explican solos. “Por primera vez se reconoce que tener en cuenta a los niños”, “cuando se pongan en práctica las medidas”…, y “que los Estados tengan mejores resultados”, porque “más de 100 países tienen políticas de detención de niños” con 1 de ellos presos; lo cierto es que “tenemos que trabajar más”; y para ello,“este pacto proporciona a los Estados una herramienta para cumplir las obligaciones legales que ya existen”.“Imaginen… Imaginen”.
Así es que, por primera vez se les reconoce y se dice que los países no tienen buenos resultados con los niños migrantes, que hay 100 (de 180) que les detienen, que hay que trabajar y poner en práctica las obligaciones legales que existen… cuando se ponga en práctica el pacto; imagina… imagino. ¿Qué deben imaginar los jóvenes migrantes?, que, a partir de ahora: sí; porque desde hoy, Marrakech es el papel que lo aguanta todo y hoja de ruta hacia un futuro en común de prosperidad para todos.
Esto, lo vienen a firmar los mismos que niegan un SMI de 900 e/mes, los que hacen informes de país y subrayan los exiguos salarios de los lugareños y lo prometedora que es la inversión, con las ayudas del Gobierno de turno, ese que abandonan cuando han vaciado las cuentas de la engañosa inversora. Son los mismo que llevan a sus hijos a colegios de élite, para que no se junten con según quién y que les aleccionan sobre lo malos que son esos niños recogidos en centros o que deambulan por parques.
Los mismos que se han gastado otro de nuestros pastizales para pasar 48 horas en los mejores hoteles de una ciudad preciosa y comprar recuerdos, en las tiendas caras que rodean uno de los zocos más grandes y recomendables para visitar. Y de Marrakech, Casa Blanca, Tan Tan, Agadir… de toda esa costa atlántica y mediterránea hoy parten cuantas pateras son autorizadas por los mafiosos, llenas de seres humanos dispuestos a morir, para vivir. El pacto, está firmado.