"Intentaré ubicarme en el lugar de miles de personas que ahora luchan y protestan desde hace más de siete meses en mi país. No sé si sea tan fácil o difícil. Por el momento quisiera no pensarlo. Quizá no importe. Ya me dirán ustedes. Lo que puedo decir aquí, tal vez no sirva de mucho para los que ahora están enfrente de un tirano: (un político criminal), a frecuente en las calles. A cada minuto… Levantando banderas, abriendo gargantas y gritando en nombre de la libertad, la justicia y la democracia. ¡Qué admirable es mi patria! Es de lo que siempre voy a estar orgulloso de llamarme nicaragüense y amarlo con toda el alma: «El pequeño gigante».
Pero, permítanme decir algo más. Es penetrante levantarte cada mañana sin tan siquiera una posible solución…, y volver a levantarte, revisar las redes sociales, (los diarios…) y, ver como tu país se desvanece en ceniza, en sangre, el presente muere y el gobierno en el poder a cuesta de plomo. Otra persona dentro de las rejas. Otra persona que ha sido víctima de una maldita bala. Darte cuenta de que las estadísticas de la muerte inyectan mortalmente los nombres de tus hermanos en la piel y en el recuerdo. Si algún día has perdido un familiar (un amigo) en las luchas sociales o por cualquier situación…, sabrás de lo que estoy hablando y, sobre todo, lo que siento en este preciso momento.
Aunque duela escribir esto detrás de un ordenador, cuyas lágrimas se desvanecen como lavas en mi rostro. Un trago de café para terminar las últimas palabras y un pensamiento distante hacia mi patria. Por lo tanto, no quisiera que estas letras pierdan el sentido de los miles de nicaragüenses en el exilio de lo que quisieran decir. Hay centenares de compatriotas que luchan desde sus barreras, (desde su rincón y plataforma física y virtual). Yo, soy uno de ello y nunca dejaré de hacerlo hasta ver a mi país libre, dónde se pueda respirar el sueño de los mártires y héroes, de un «Álvaro Conrado»; de un «Alex Vanegas» recorriendo kilómetros y con su bandera azul y blanco gritando por la vida, por el pueblo y la libertad.
Hoy vuelvo a pensar que la vida se puede ir en un instante sin aprovechar y decir lo que eres, lo que tú piensas, lo que haces por alguien, por tu patria y lo que soñamos ante la inmortalidad de la esperanza. Aunque dicen que soñar no cuesta nada y que la voluntad es el motor imperecedero de la realidad. La poesía, enseñándonos a caminar y a escribir con metáforas, los recuerdos, las lágrimas, el luto, la vida y los abrazos…, para no sentir tanto el dolor del presente y de los que ya no viven ante nuestras ventanas, pero viven y vivirán en nuestros recuerdos por siempre.
Después de todo, debo decir que, ante tanta impotencia sueño con toda el alma, amanecer con tranquilidad y justicia, revisar nuevamente las noticias de los periódicos, leer un libro de «Sergio Ramírez»; los versos de «Gioconda Belli»; los himnos universales de un «Ernesto Cardenal» y el amor y la sonrisa infinita en los poemas de «Claribel Alegría».
Déjenme soñar; si es que todavía vivo en este mundo de la mortalidad y las rosas de la patria".
Edgar Díaz