Asentados en el litoral de Cádiz y en cualquier lugar costero que les abra la puerta para colar hachís, las bandas se afanan en alijar la droga que parte de Marruecos. Hay tal follón entre ellos que, algunas células viven de robar o volcar la droga de unos y otros.
Todos se conocen
En realidad, todos se conocen porque navegan en el mismo ‘barco’, pero en esta metamorfosis del crimen nacional, hace tiempo que decidieron rizar el rizo; en parte, por la colada de delincuentes extranjeros, mucho más sangrientos que los lugareños.
Disfraces
Que se hacen pasar por polis para levantarles las arpilleras a los narcos, nos ha quedado claro en decenas de ocasiones. Como ejemplo, el tiroteo de abril, entre policías nacionales, en una barriada en la que sus residentes creyeron que los de verdad eran de mentira y sacaron las armas, para defender los fardos. Se lió la parda, claro.
La banda
Ahora, la Guardia Civil y la Gendarmería Francesa han dado con una banda de volcadores, que con el disfraz de poli, les robaban el alijo a los narcos. Hay 7 arrestados y se han intervenido más de 1.700 kilos de hachís, armas de fuego, equipamiento policial y un sofisticado sistema de duplicado de placas de matrículas.
En Coín
De esta banda se sabía que actuaba desde hace, por lo menos, 6 meses y que en su infraestructura contaban con una vivienda en Coín (Málaga), “utilizada como puente de entrada de droga, desde el Campo de Gibraltar hasta Francia”.
Lo sabido
Por supuesto que robaban los coches que usaban en sus intervenciones y, claro, para “robar droga se hacían pasar por miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado”, con “documentación falsificada, armas de fuego y equipamiento policial”.
Desprolijos
Les han pillado, porque estos volcadores metieron el alijo sustraído en un coche (sí, robado, en Francia) que lo mostraba a las claras; sí, los fardos se veían por las ventanillas sin problema y, sí, los polis de verdad, los vieron. Ahí, que se organiza la clásica persecución, “en una peligrosa huída por carretera, poniendo en grave riesgo la seguridad de otros usuarios de la vía y derivando en un grave siniestro del vehículo”. En el coche portaban 248 kilos de hachís.
A pie de carretera
Estrellados y cazados, los agentes registran dos viviendas; una, en Coín, donde había otros 93,5 kilos de hachís, otros 2 vehículos de alta gama robados, 2 pistolas, 1 revolver, munición, documentación falsificada, distintivos policiales luminosos y sonoros, chalecos antibalas, y un sistema artesanal de clavos para pinchar las ruedas de las patrullas policiales.
En la segunda, en La Línea de la Concepción (Cádiz), se localizaron 1.400 kilos de hachís y una escopeta del calibre 12, robada en 2007.
Y, ahora, ¿qué?
El ciudadano que respeta la Ley, qué puede pensar si uno de uniforme le da el alto: ¿y si es un impostor?; y, ¿si paro y me atraca, agrede, me quita el coche?; porque, ¿eres legal o ilegal?; ¿paro y obedezco?; ¿me las piro y… cometo un delito? En definitiva, ¿qué garantías tiene el ciudadano legal y cómo puede detectar a los imitadores?
Casi nada
Los agentes, en su obligación de preservar la seguridad ciudadana, van tras los narcotraficantes; los narcos, en su obligación de mantener el negocio, van tras los polis y se visten de uniforme, para mangonearse entre ellos; y enzarzados en estas lides, el ciudadano atónito, mira a un lado y a otro, tal que en un partido de tenis, y no entiende casi nada.