Los jóvenes empiezan a beber a la edad de 15 años aproximadamente y eso da que pensar qué es lo que sucede en España. Todos los fines de semana, en casi todas las ciudades de nuestro país hay un grupo de jovencitos que intentan consumir todo el alcohol posible en un reducido periodo de tiempo.
Hay muchas personas adultas que tienen la costumbre de salir los fines de semana a tomarse unas copas, reírse con los amigos y pasar un rato cómodo, pero eso dista mucho de la realidad de los niños, que no dejan de ser niños sin conocimiento sobre lo que supone beber sin ningún control.
Hace algunos meses salió en las noticias una niña de tan solo 12 años, que murió en Madrid por un coma etílico durante un botellón. ¿Cómo puede ocurrir esto sin que nadie tome medidas? Nadie puede creer que la policía no tenga conocimiento sobre dónde y cuándo acontecen los botellones, y si es así, por qué no ponen remedio.
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Los padres son los que tiene que educar e inculcar unos valores, pero ellos no son responsables de lo que hacen los niños cuando salen de casa y no dejan de ser unos chicos jóvenes que, por diversos motivos deciden ingerir unas cantidades desmesuradas de alcohol.
Uno de esos motivos por los que las personas deciden beber algunas copas es por desinhibirse y tener la espontaneidad que no le sale de dentro de forma corriente. Tener un punto de valiente para hacer cosas que no tendrían el valor de hacer cuando se va sobrio. Pero no se bebe para divertirse, porque no son unas copas, generalmente se bebe sin ningún control hasta no poder más y es deplorable encontrar a un chico o chica de unos 14 años, un domingo por la mañana, tirado en un parque sin saber cómo ha llegado hasta allí después de una noche repleta de bebida.
Solo hay una pregunta para esto: ¿Por qué? Nadie critica a las personas que se toman unos cubatas porque les gusta y paran cuando ven que no deben beber más, pero esos niños de 15, 16 años que no saben las graves consecuencias que puede tener este hábito, no tienen ninguna respuesta coherente para la pregunta que se ha planteado.
Yo no soy quién para hacer recomendaciones y mucho menos a los cuerpos de seguridad, instituciones y demás órganos que se encargan de las charlas y las campañas sobre el alcohol, pero sé por experiencia que unas imágenes y fuertes testimonios son más eficaces que cualquier otra medida. Y, para terminar, si de verdad nos importa la salud de la sociedad más joven, tomemos medidas e intentemos poner nuestro granito de arena para que se forme una montaña alrededor del alcoholismo juvenil.