Cultura, identidad y, para muchos, compañía. Aquella caja con botones a través de la cual comenzó a oírse información, historias, novelas durante las 24 horas del día, sigue más viva que nunca. Aquel objeto que permitía huir de la soledad en una casa, o callar hasta al más parlanchín de una velada en familia, ha conseguido sobrevivir a grandes revoluciones, como la imagen en el televisor o Internet.
Hoy se celebra el Día Mundial de la Radio, un medio de comunicación que, a juzgar por sus innumerables cumpleaños, se trata de uno de los mejores inventos a nivel global y por supuesto, a nivel periodístico. Es una de las tres ramas de la información y a diferencia del papel de periódico que hace 20 años nadie creía que fuera a desaparecer, la radio sigue, con su audiencia e inmediatez.
La radio ha sido capaz de “viralizar” información desde el pasado siglo, como el caso de Orson Welles y su obra radiofónica La guerra de los mundos. Este artista estadounidense causó conmoción en los Estados Unidos, cuando muchos oyentes del programa en el que locutaba pensaron que se trataba de una historia real, de una noticia y que Nueva York y Nueva Jersey estaban siendo protagonistas de una invasión extraterrestre. Sólo con su voz, gracias a la radio.
Un medio vivo. Un siglo después de su nacimiento, la radio sigue estando más viva que nunca, sigue siendo escuchada cada día por millones de personas, porque pareciera que la radio hace magia y es perenne. Cambia su estructura, ya no es un “aparato” enorme, no es manual ni tiene pilas o antena, pero sigue siendo la radio de siempre, sigue aportando historias, palabras en el silencio, noticias de última hora, siempre en cualquier momento del día o, incluso, de la noche.
Por una larga vida a la radio, por ser compañera de todos.