Claro, porque andamos reaccionando constantemente a lo que nos sucede, y no nos paramos a pensar, simplemente saltamos como si tuviéramos un resorte que se activa cuando sentimos algo como personal, por eso cuando oímos una palabra, o un comentario que no nos gusta, o vivimos una situación que en principio no hemos elegido, reaccionamos, y reaccionamos mal, normalmente con un grito o una mala contestación de vuelta, o en otros casos evadimos el problema y huimos de nosotros mismos. Dejándonos llevar por las emociones, que son como un caballo desbocado que tira de nosotros y el cuál no sabemos controlar. De esta forma nos volvemos esclavos de las emociones y nos alejamos de nuestra propia esencia. No obstante, la vida es una escuela en la que aprender, y de las experiencias negativas en las cuáles nuestras emociones reaccionan ante un estímulo, también podemos aprender.
Saber escuchar a las personas, pararte a comprender el significado de esas emociones que sientes. Y empezar a tomar responsabilidad y acción en nuestros actos, no solamente reaccionar. Eso creo que definitivamente nos alejará del ego y nos acercará a nuestra humanidad un poquito más. Y como dijo Rudolf Steiner:
“El invierno recordará
el verano en mi alma”.
Lluvia y aceptación, aunque el momento de ahora no te gusta, aunque estás viviendo una situación que quieres cambiar, empieza por aceptarla, vívela con toda su intensidad, porque eso hará que te empapes de ella y aprendas. Por eso si llueve, mira como se empapa tu ventana y disfruta, porque antes de cambiar algo, primero hay que aceptarlo.