Contratos temporales sin aumento del empleo

Un estudio de la UPV/EHU analiza qué efecto tuvieron las reformas laborales al reducir los costes de despido y favorecer los contratos temporales.
Sonia Alfonso Sánchez
España
21.05.2020
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Para flexibilizar el mercado de trabajo, entre las décadas de 1990 y 2010 la mayoría de las economías, especialmente las europeas, aprobaron diversas medidas conducentes a reformar sus mercados de trabajo, las cuales redujeron los costes de despido de los trabajadores permanentes y favorecieron el uso de contratos temporales. "Esas reformas estaban basadas en la creencia de que los serios problemas de desempleo que afrontaban esas economías eran debidos a la existencia de una serie de rigideces del mercado de trabajo que impedían un rápido ajuste de estos mercados frente a las perturbaciones económicas", explica Josu Ferreiro, Profesor de Economía Aplicada V de la Facultad de Economía y Empresa de la UPV/EHU.

Ferreiro, junto a su compañera de Departamento, Carmen Gómez y Philip Arestis, Profesor de la Universidad de Cambridge, abordaron el estudio del efecto que tuvieron esas medidas en los mercados de trabajo de once países europeos durante un periodo de 25 años, desde el año 1988 al año 2012. "La reducción de los costes de despido fue más de la mitad con respecto a lo que establecía la legislación de la década de 1980, tanto en los días por año trabajado que se pagan como en el número límite de mensualidades que se perciben", señala Ferreiro.

Ya se habían empezado a publicar estudios que planteaban que esas medidas no lograron el objetivo deseado, y que no había una demostración evidente de que hubieran producido una mayor creación de empleo. "Nosotros decidimos analizar la repercusión que tuvo esa menor protección del empleo, no solo sobre el empleo total, sino también sobre el empleo permanente y el empleo temporal. Estudiamos cada uno de esos aspectos por separado", comenta el investigador.

Los resultados del análisis fueron claros, "más evidentes de lo que esperábamos encontrar", señala. Y es que han encontrado que "los cambios introducidos para reducir la protección al empleo, es decir, el abaratamiento de los despidos, y a la vez la promoción de los contratos temporales, no han tenido ningún efecto en la tasa total de empleo, porque lo que ha ocurrido es que ha aumentado mucho el empleo temporal, pero ha caído mucho el empleo indefinido. La evolución del empleo depende únicamente del crecimiento económico, y solo un mayor ritmo de crecimiento económico genera un aumento del empleo", destaca Ferreiro.

El efecto más evidente que sí que encontraron en el mercado de trabajo como consecuencia de las reformas laborales fue "la recomposición del empleo que se ha dado. Se ha producido una segmentación, de tal forma que podemos hablar de dos categorías de trabajadores: los que tienen contratos fijos o permanentes y las personas con contratos temporales. Funcionan casi como dos mercados de trabajo distintos, donde la posibilidad que tienen las personas con trabajo temporal de conseguir un contrato indefinido es muy pequeña. Y además, las condiciones de trabajo de los contratos temporales son más precarias, por un lado, porque los contratos son de menor duración y por otro lado, porque cobran menos", detalla el investigador.

Sobrerreacción de despidos en la crisis del COVID-19

Ferreiro tiene claro que las empresas han sido las grandes beneficiarias de estas reformas: "encuentran una mano de obra mucho más manejable, más flexible y también más barata". Tanto es así que en la actualidad la tasa de temporalidad ha llegado a unos niveles sin precedentes, que el economista considera "excesivos". Recuerda que cuando la economía empezó a recuperarse después de la crisis económica, "volvió a haber un repunte del empleo, pero el empleo que se creó fue temporal", comenta.

Sin embargo, la alta temporalidad trae consigo que el empleo que se crea es muy volátil: en cuanto la actividad económica se frena, se ralentiza o cae, se destruye mucho empleo. "Y es lo que está pasando en la crisis que estamos viviendo actualmente: el efecto sobre el empleo puede ser mucho mayor que el propio efecto sobre la actividad económica, debido a la gran flexibilidad del mercado de trabajo. De la misma forma que el sistema sanitario no está capacitado para responder a un gran incremento del número de enfermos de repente, nuestros sistemas económicos tampoco están capacitados para absorber el hecho de que de repente, en un cuatrimestre, el 20% o 30% de la gente pierda su puesto de trabajo", explica Ferreiro.

Ferreiro valora esta situación como una oportunidad para los Estados, para cambiar la legislación de protección del trabajo: "los países probablemente, a corto y medio plazo, se empiecen a replantear más seriamente este problema de la legislación laboral, y a plantearse el hecho de que estas medidas que se han dado en el pasado no han tenido los efectos deseados y que tenemos que ir hacia modelos en los cuales se intente estabilizar mucho más el empleo", concluye Josu Ferreiro.

 

 

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