En una vivienda, una de las decisiones más difíciles de tomar relacionadas con la decoración es la elección del suelo, del pavimento. En el mercado encontramos todo tipo de suelos: tarimas flotantes, parquet, suelos laminados, microcemento, baldosas cerámicas e incluso suelos de gresite, entre muchos otros.
A menudo, algunos tipos de suelos se meten en un mismo grupo aunque en realidad se trata de materiales muy diferentes entre sí: tarimas flotantes, parquet y suelos laminados. Se trata de tres suelos que tienen como elemento originario la madera, aunque su proceso de elaboración es totalmente diderente.
Así, el parquet es un suelo de madera que tiene una capa superior de un grosor mínimo de 2,5 milímetros. Se elabora a partir de madera noble o maciza pero incluye otros materiales que aportan estabilidad al suelo.
Los suelos laminados, que los hay de imitación a parquet, están formados por varias capas, láminas (de ahí el nombre), incluyen una capa superior transparente y resistente al desgaste formada por varias capas de melanina prensada, un miltiprensado que finaliza con un relieve imitando a la madera para que la textura sea prácticamente idéntica.
En el caso de la tarima flotante son suelos de parquet con instalación flotante, sin pegar al suelo. Por extensión, se denomina tarima flotante a todos los suelos laminados colocados de esta forma, y no solo a los de madera.
Los suelos laminados, una opción económica y duradera
Los suelos laminados presentan mayor dureza que los de parquet. Están elaborados a partir de materiales sintéticos, son resistentes al agua y en muchos casos son ignífugos. Sus acabados son muy variados y en el mercado es posible encontrar suelos laminados con aspecto de roble, haya o pino, pero si nos alejamos de la imitación al parquet, también los hay que imitan el cuero, la tela, el mármol o la pizarra.
Los suelos laminados resistentes al agua apenas requieren mantenimiento y son más económicos que instalar parquet. Esto convierte a esta opción es la más cómoda para hogares y comercios.
En teoría, este tipo de suelos está indicado exclusivamente para espacios interiores, pero la impermeabilidad y su durabilidad hace que muchas familias opten por este tipo de material para estancias como jardines o porches.
Las características de los suelos laminados
La principal característica de estos suelos es que imita de manera muy realista a los diferentes tipos de madera natural. Son fáciles de instalar y muy prácticos. Además, no es necesario retirar el antiguo pavimento y no hay que acuchillarlos ni barnizarlos.
Por sus propiedades, se convierte en una opción preferencial en procesos de reformas y también en obras de nueva construcción. Comparten con el parquet la calidez de la madera, pero a un coste más accesible.
Al elegir suelo laminado para la vivienda o el local comercial hay que atender a aspectos como el grosor de la lama, la capacidad antibacteriana del material, el carácter antiestático del suelo, la protección antirayado y el potencial antideslizante del mismo.
La resistencia de los suelos laminados
A menudo la calidad de los suelos se confunde con su nivel de resistencia. La calidad de los suelos de parquet se mide atendiendo a su clase: 31, 32, 33…, la clase engloba muchos aspectos, entre ellos la resistencia al desgaste, que se referencia por las siglas AC.
Los suelos laminados pueden ser de gama baja, AC3; de gama media, AC4; o de gama superior, AC5. Cuanto más elevado sea el número en la escala AC, mayor será la resistencia al desgaste. Lo habitual para ambientes domésticos es la gama AC3, mientras que en locales comerciales son preferibles suelos más resistentes, AC4 Y AC5. En el mercado podemos encontrar algunos suelos AC6, idóneos para suelos con mucho nivel de tránsito.
En los suelos laminados existe un tablero hidrófugo, una capa de parafina entre pieza y pieza que lo impermeabiliza, evitando que los líquidos no se filtren en la junta y retrasando el hinchamiento del panel.
Por su resistencia al agua, estos suelos son muy recomendables en lugares donde hay niños pequeños que pueden volcar cualquier líquido al suelo, pues su resistencia al agua evita el posible daño del pavimento. También son apropiados para viviendas en las que convivan animales domésticos.