Investigadores del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf). Publican un informe en colaboración internacional en la que han participado 27 investigadores de 17 centros de investigación de diferentes países entre los que se encuentran Australia, Canadá, España, Estados Unidos, Irlanda, Portugal, Reino Unido y Sudáfrica en donde se llevaron a cabo diversas cuestiones como:
El cambio de patrón del fuego
En él se examina cómo el cambio de patrón del fuego a escala mundial amenaza con extinguir algunas especies forestales, perjudica la biodiversidad y provoca una transformación de los ecosistemas terrestres.
En una nota de prensa, el Creaf recuerda que el cambio climático, los nuevos usos de la tierra y la presencia de especies invasoras están modificando la actividad de los incendios y su impacto sobre la biodiversidad a una gran velocidad.
Si bien muchas especies viven amenazadas por la mayor frecuencia de los incendios y su intensidad, igualmente la desaparición del fuego puede ser perjudicial para algunos seres vivos y los ecosistemas que lo necesitan.
La principal conclusión de este trabajo es que hay que introducir el régimen de incendios a la hora de planificar la conservación de la biodiversidad y como elemento clave para dar forma a los ecosistemas.
Algunas medidas revolucionarias
El estudio reconoce hasta qué punto es un desafío adoptar “nuevas medidas revolucionarias” de gestión del fuego para preservar la biodiversidad, ya que contempla la actividad humana, el fuego y los ecosistemas, según el Creaf, que recuerda que los cambios en la actividad del fuego son un reto para la biodiversidad en hábitats y reinos biogeográficos en todo el mundo.
Equitativamente, el peligro del nuevo régimen de incendios para especies en riesgo de extinción es mayor en zonas (sabanas (27%), seguida de cerca por las praderas (25%), las zonas rocosas (25%), los matorrales (25%) y los bosques (19%).
Así mismo, se propone un conjunto de acciones para promover la biodiversidad en una nueva era de fuego. En primer lugar, llevar a cabo una gestión enérgicamente el fuego para adaptarlo a determinadas especies o ecosistemas; es decir, asegurar la cantidad, el patrón y el momento adecuado para aplicarlo en paisajes que lo necesitan y a la inversa.
En segundo lugar, centrarse en ecosistemas enteros y no solo en el fuego. Por ejemplo, las poblaciones de plantas y animales afectadas por una sequía extrema o que se encuentran bajo la presión de depredadores exóticos tienen más probabilidades de ser amenazadas por un incendio.
Por último, el estudio reconoce el papel crítico de las personas: restaurar y promover paisajes crea oportunidades para equilibrar la biodiversidad con otros valores en muchas regiones del mundo, y menciona la reintroducción de rebaños del ganado inicialmente de cabras, ovejas y vacas, las cuales se alimentan del sotobosque y de los cortafuegos verdes a base de plantas de baja inflamabilidad. Los fuegos de sexta generación aparecen por sorpresa, provocan conatos como una manada de animales feroces y salvajes
Los expertos afirman que esta generación de incendios forestales es aún peor. Dado que, la sexta es mayormente más agresiva. La masa de combustible es tan grande que el fuego altera las condiciones meteorológicas, crea remolinos, tormentas, cambia de rumbo, acelera… Son fuegos que superan la capacidad de extinción de las brigadas forestales, cuyo límite son llamas de tres metros y velocidad de propagación de 2 km/h.