Autoconsumo eléctrico, solo para suicidas

La factura de la luz es un auténtico despropósito y el autoconsumo una opción no factible
Leonidas Kenner
España
26.01.2017
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Desengancharse de la red para disfrutar de las maravillas de las fuentes renovables, sobre todo la solar y eólica, es sencillamente un acto kamikaze en nuestro país.

Tanto para los particulares como para las empresas, sobre todo habida cuenta de que los elevadísimos precios de las energías renovables no siempre les restan toda la competitividad que debieran gracias a un trato de favor en forma de descuentos que los particulares ni olemos.

Los ciudadanos de a pie lo tienen crudo. No me refiero a quienes padecen de pobreza energética, eso por descontado, sino al resto que paga religiosamente. Y no solo porque puede hacerlo, sino porque no hay otras opciones más ecológicas y potencialmente también más económicas. Al menos, en teoría, porque en España, el país del sol y del viento, un lugar idílico para lanzarse al autoconsumo, es tierra conquistada por quienes se oponen a ello.

Desde lobbys hasta grupos políticos que los apoyan y representan o sectores que sacan tajada están haciendo el agosto desde hace años en un país que sufre de dependencia energética. Deficitario en energía porque quiere, porque aún es más pobre en políticas que potencien las energías que beben del sol y del viento.

Hasta que la Unión Europea tome cartas en el asunto con la tan esperada directiva sobre renovables, el panorama que tenemos es un auténtico despropósito sin que se observe propósito de enmienda alguno.

El problema no es una falta de ajuste a los nuevos tiempos, sino todo lo contrario, una clara demostración de fuerza por parte de los poderes establecidos. El status quo no quiere que el enemigo avance, es decir, establece obstáculos para que las energías alternativas a las que ahora están forrando a unos pocos y empobreciendo al resto.

[Sumario]

El ejemplo lo tenemos en los recibos de la luz, con los precios de los mayoristas que se disparan de forma injustificada y sus insultantes gastos fijos, que no se rebajan de ninguna de las maneras. Independientemente de cómo nos lo montemos, de lo eficientes que queramos ser como consumidores de energía, esos gastos permanecen.

Luego están los agravios comparativos entre quienes tienen un contador inteligente y quienes no disponen de él, pero esta cuestión nos aleja del autoconsumo, por lo que entraremos en él.

Los peajes e impuestos son una auténtica locura, algo propio de un país tercermundista. Y ni que decir tiene lo que supone para un ciudadano que quiera apostar por el autoconsumo sin desengancharse de la red para así responder a las necesidades que surgen cuando las energías solar y eólica no permiten cubrir los requerimientos por su misma intermitencia.

La barrera de los impuestos es infranqueable, y por supuesto intencionada. Además, la cuestión de los excedentes es otro absurdo, de nuevo interesado, con el fin de no permitir que puedan influir en el mercado eléctrico los particulares o las empresas que tienen excedentes en su actividad de autoconsumo. Y, por otro lado, para impedir que la fórmula dle autoconsumo sea rentable.

Un callejón sin salida

No se pueden vender excedentes, o se regalan o se pierden, a diferencia de lo que sería lógico y ocurre en otros países, como Alemania. A su favor, factores que tienen los días contados: la lenta amortización de las inversiones y una normativa que permite su supremacía.

Esta situación, sin embargo, tiene los días contados. Las nuevas tecnologías serán uno de los grandes aliados del autoconsumo, tanto a nivel de creación de baterías asequibles que faciliten prescindir de la red general como por el cada vez menor coste de las infraestructuras necesarias.

Sobre todo, están cayendo los precios de los paneles solares, y lo están haciendo de un modo inédito en su historia, con lo que el panorama va a cambiar de forma decisiva. Sin olvidar las nuevas medidas energéticas que están a punto de llegar desde Europa.

De lo contrario, cumplir los compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero a nivel comunitario y nacional será imposible. Cumplir con los objetivos del Acuerdo climático de París es otra razón de peso para abandonar el actual modelo. Y era para ayer, nos recuerdan los climatólogos.

Todos o, mejor, casi todos saldremos ganando: el consumidor y el entorno, además de potenciarse un área económica prometedora capaz de crear muchos puestos de trabajo y riqueza nacional. Por su parte, los voraces dinosaurios que no caben en este nuevo escenario pueden empezar a quitarse de en medio. No les queda otra, y lo saben…

@leonidaskenner

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