Lo primero: los lobby ganan, ¡vaya si ganan!, a espuertas, que diría mi abuela. Ya han dado las primeras pautas, para que los turistas vuelvan al consumo ‘ordenado’ (en ambos sentidos), las aerolíneas dejen de llorar por sus amenazantes quiebras y los ciudadanos vivamos con el Covid-19 en la mochila, tal que si fueran nuestro amigo invisible. Verás, esto es lo que proponen y por lo que Francia, ayer, se frotaba las manos y anunciaba vacaciones felices para todos, desde junio. Bien, 1.- “recomendaciones destinadas a eliminar las restricciones de viaje y los controles fronterizos en toda la UE”; 2.- “levantar las restricciones entre áreas o Estados miembros, con situaciones epidemiológicas similares, para viajar más libremente” (¿eh?, ¿similares?, ¿por muertos?, ¿por infectados?, ¿por porcentaje de test positivos?); 3.-“ debe haber suficiente capacidad en los hospitales, así como pruebas, vigilancia y capacidad de localización de contactos”, (¿eeehhh?, ¿cuánta capacidad hospitalaria?, ¿pruebas a todos los viajeros?, ¿app de vigilancia ciudadana?, ¿quién paga todo esto?); 4.- “medidas de contención, donde no se puede respetar el distanciamiento social” (¿mascarillas?, ¿hidroalcohol?, ¿escafandras?). Esta es la mejor: 5.- “la UE recomienda comprar pasajes y hacer check-ins en línea”, (on line, claro, para no reembolsar ni un céntimo a los que no puedan hacer el viaje, por causas de fuerza mayor, como el estado de Alarma, que es lo que han hecho hasta el día de hoy; se han quedado toda la pasta, tan felices!); ¿es buena o no es buena esta ‘recomendación’?, para seguir conciliados con sus amiguitos de chequera. Otra, 6.- “requerir máscaras faciales, gel desinfectante disponible gratuitamente durante los viajes; no se debe servir comida- bebida, a bordo”; (vale, casi mejor, porque el precio-calidad de las viandas es de escándalo y ya nos habían quitado hasta la botellita de agua); 7.- en áreas que esperarían una gran ola de turistas, que tengan el sistema de salud con capacidad, para la población local y los turistas, de modo que ante un aumento repentino de casos, no se colapsen la atención primaria, hospitales y servicios de cuidados intensivos”, (ojer! se han quedado calvos!; ¡madre mía!, tanto sueldo y tanto seso, para decir tremenda memez; todavía no aclaran a cuenta de quien corren las facturas, ni qué va a hacer el turista contagiado:¿pasa en el destino vacacional la cuarentena?, ¿se lo llevan a su país?, ¿habrá vuelos especiales para infectados?; 8.- en el destino: “la salud de los huéspedes y los trabajadores debe ser primordial para el turismo. Todo el personal de turismo debe recibir capacitación sobre prevención, y poder reconocer los síntomas de Covid-19”, (toma!,toma!, toma!; así es que, ahora, además de limpiar, no contagiarte del usuario y subsistir con salarios de miseria, firmados en contratos basura, tienen que hacer de sanitarios y saber que éste o aquel tose con pinta de infeccioso pandémico, ¿quién da más?; pues más: 9.- “La CE también recomienda operar con menos personal”, (o sea, menos puestos de trabajo, más paro); y, ya, para cubrirse de gloria: 10.- “mantener el distanciamiento social en hoteles y restaurantes, podría significar asignar espacios para las comidas, o las visitas a la piscina y al gimnasio”. Si esta caca-decálogo nos cuesta 30 euros/mes por cabeza, como poco, es que estamos todos para seguir encerrados y, algunos, en centros especializados en esa pandemia sin cura, de bocas abiertas y teclas inútiles, llamada idiotez.
En un momento en el que solo sabemos que no sabemos nada de este virus, con pacientes que permanecen hasta 40 días en la UCI (¿cuánto costamos cada uno?), con miles de muertos, sin remedio que lo ataje, con tratamientos que dejan secuelas, con rebrotes por doquier, con una pobreza miserable para los de abajo; en estos meses de miedo, dudas, desconcierto y maraña de información, cuando nos dicen que este ‘bicho’ ha llegado para quedarse y que en septiembre nos volveros a ver las caras, nos dicen que nos acostumbremos a vivir y morir con él, pero que pasemos unas ‘buenas’ vacaciones, que al regreso, a lo mejor, volvemos a los escasos metros cuadrados que tenemos, con o sin ventana; pero, a todo esto, ¿quiénes se van a ir de vacaciones?, ¿los empleados públicos?, ¿los gestores votados?, ¿los pensionistas?, ¿los que tienen un ERTE y se lo llevan debajo del brazo?, ¿los que rascan una ayuda-subsidio o similar, o los del ‘gremio’ informal?, ¿tal vez los narcotraficantes, ladrones y lavadoras, o los que tienen cuentas en esos paraísos?