Supongo que estáis cansados ya de oír y leer esta frasecita:
“Emmanuel Macron conoció a la que hoy es su mujer cuando apenas era un adolescente. Entonces él era estudiante y ella, 24 años mayor, su profesora”.
Una historia fascinante. Podría ser el argumento de una película. Pero, ¿por qué se le está dando tantas vueltas a la edad de esta pareja? Por qué no se hizo con Donal Trump y Melania? Eso sí al revés, ¡ah pues entonces ya está!
Pocos les cuestionaron. Y en los medios de comunicación poco se mencionó esa diferencia de edad entre ambos. Comprobamos, una vez más, que el sexismo sigue campando por todos los ámbitos, ya sea en prensa, en redes sociales, en el trabajo, en el bar de la esquina, en fin…
Aunque pueda parecer y ser atípica esta historia de amor de los Macron, no lo es tanto. Lo que sí es “delito” atípico, para diríamos la mayoría, es que una mujer mayor se enamore de un chico más joven. Y, a partir de aquí, le lluevan sustantivos estúpidos y retrógrados. Tachándola con ese, deplorable y denigrante, de “asaltacunas”. En cambio la cosa difiere cuando son ellos, el vocabulario empleado no es tan humillante. O se les justifica con eso de”quiere vivir de nuevo una segunda juventud”.
¿Y las mujeres? ¿O es que nosotras no merecemos “otra” juventud para vivirla al lado de alguien más joven, si se da el caso? Sin tener que llevar etiquetas por el hecho de ser mujer. No les cabe pensar que puede ser, simplemente, que el amor no tiene edad, ni fecha de caducidad. Viene cuando menos lo esperas y probablemente se vaya “sin previo aviso”. Pero sin tanto cuestionamiento por parte de una sociedad que debiera crecer emocional y culturalmente. Una sociedad que no tendría que quedarse anclada en estereotipos, que desde “la cuna” ya nos van inculcando. Y, paradojas de la vida, son sobre todos las madres las que pondrían el grito en el cielo si su hijo saliera con una “señora” de su misma edad (de la edad de la madre, digo).
Nosotras que queremos, en teoría, que se nos deje de considerar siempre como menores de edad para según qué asuntos, en cambio para otros, nos volvemos aún con la mente más cerrada que la de ellos.
Las mujeres deberían admirar el hecho de que haya otras que se alcen y tengan el coraje y la valentía de enfrentarse a comentarios, rechazos, críticas, aislamiento social… porque defiende su derecho a amar por encima de edades.
Porque aún no he visto en qué manual de la vida viene eso de la edad ¿Cuál es la idónea para enamorarse, para sentir, para amar? Otra cosa son las reglas que impone la sociedad. Que también nos las hemos inventado para poner coto a lo que tiene alas.
Esperemos evolucionar hacia un modelo más avanzado en cuanto a la edad de ellas para amar. Sin tener que hacerlo a escondidas. Pero como todo en la vida… pasito a pasito. Y en este caso a pasito lento. Que en las sociedades hay mentalidades que necesitan tiempo, mucho tiempo, para cambiar esquemas mentales y herencias ancestrales.