Chrysallis y HazteOír: Dos campañas antagónicas con un alto "contenido sexual"

Es como la guerra interminable. Liberales contra conservadores, católicos contra agnósticos, y como tema central "el género y la identidad de los bebés y los niños".
Javier-Julio García Miravete
España
03.03.2017
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Menuda la que se ha montado con el autobús y reparto de material que la Organización “ultraconservadora” Hazte Oír ha sacado por las calles de Madrid. Menos ruido tuvo algo similar realizado con anterioridad en las marquesinas del metro y autobuses del País Vasco y Navarra por la Organización “ultraprogresista” Chrysallis (Asociación de Familias de Menores Transexuales).

No debemos confundir cómo nacemos -interacción de un espermatozoide (masculino) con un óvulo (femenino) – de lo que -a la larga- nos haremos. Es lo que nos hace personas diferentes, y define nuestro sexo. Una cosa es lo que somos y otra lo que deseamos ser. Una identidad sexual, que podemos cambiar si lo deseamos.

He estado muchas veces en maternidades y no me consta que haya niños que nazcan con vulva ni niñas que lo hagan con pene. Chrysallis intenta confundir al público infantil con algo que supone una decisión personal que radica en la madurez de cada uno.

Díganles a la gente que hay una minoría de personas, que en determinados momentos de sus vidas se sienten más participes e integrados en el otrogénero, y por ello deciden tratarse farmacológicamente y operarse para tomar la forma genérica opuesta a su sexo. Díganles, que esto es legítimo, loable y que merece todo el apoyo y respeto por parte de las mayorías. Pero si les cuentan a los niños -con toda su inocencia- que hay machos con vulva y féminas con pene, no harán más que mentirles y engañarles, usando argumentos políticos para rebatir argumentos científicos.

Por eso, considero la puesta en escena de la plataforma Hazte Oír una respuesta justa al colectivo Chrysallis. Tanto monta, monta tanto. Si libres han sido los primeros para decir lo que han dicho, siendo mentira, igualmente lo son los segundos para decir lo que dicen, siendo verdad.

Con este debate he repasado mis fotos de bebé y también las de mis hermanos, y he verificado que tres nacimos con pene y una con vulva. Me he vuelto a mirar “mis partes” de mayor y les he preguntado a ellos “sobre las suyas”. Unos y otros conservamos nuestro género original. Entonces, ¿a qué viene todo este circo mediático?.

Ética, política, religión, dogmatismo y perversión del lenguaje

Pero, enseguida entramos en las consideraciones éticas, políticas y religiosas que pervierten el lenguaje. Si una persona decide convertirse en Transexual, o cambiarse de género, no significa que haya nacido así. A partir de su transformación hormonal y quirúrgica; comenzar a ser una chica con pene o un chico con vulva y pechos. Como perdemos tanto tiempo en respaldar o denostar algo tan obvio, pervirtiendo de una forma tan radical y dogmática el lenguaje y el conocimiento. Necesitamos más cultura, más humanismo y más respeto para nuestros “semejantes” (personas).

Ya va siendo hora de que hagamos un ejercicio de tolerancia hacia las decisiones ajenas. Pero respetar la biodiversidad, no implica la negación de la ciencia con argumentos políticos, religiosos y dogmáticos. Ya es hora de abandonar la hipocresía y la ultraortodoxia por parte de unos y otros.

He leído el material didáctico editado por cada uno de los colectivos, y me han parecido los dos igualmente nocivos. No hay que ser de derechas, ni de izquierdas, ni progresista, ni conservador para entender el desarrollo y evolución de las especies.

Cuando éramos niños jugábamos con rifles, arcos, flechas y tanques, y ganábamos cuanto más indios (que eran los malos, frente a los vaqueros que representaban los buenos) matábamos. Hoy asistimos horrorizados al espectáculo de la guerra, y algunos nos felicitamos por no haber aprendido a manejar armas. En ese caso, a unos les denominarían héroes y valientes; y a otros traidores y cobardes. Si ocurriera un estallido bélico yo estaría entre los segundos. Sólo reaccionaría con violencia ante una causa de fuerza mayor: “me matas o te mato”. Pero, eso no significa ser un traidor; y mucho menos tiene algo que ver con la identidad de género con que nací y continúo.

Cuando tengo problemas jurídicos acudo a un abogado (no le pregunto si es de derechas o de izquierdas, sino si puede resolvermélos). Cuando sufro alteraciones de salud acudo a un médico (támpoco me interesa si es facha o rojo, sino si puede ayudarme a mejorar) y así -sucesivamente- en cada aspecto de mi vida.

Señoras y señores, dejemos de ser dogmáticos y empecemos a ser un poco más científicos. Si lo que hizo Chrysallis en el País Vasco y Navarra representa un ejercicio de libertad, lo que ha hecho Hazte Oír también lo representa. Dejemos ya de estar por encima del bien y del mal, y de querer cada uno ser poseedor de la verdad absóluta. Vivimos en una sociedad multiétnica y multicultural, donde todos tenemos cabida. Erradiquémos los guetos.

No me planteo, nada más que el máximo respeto por quienes deciden extirpar su pene para ponerse vulva, o viceversa. Igualmente para quienes optan por formar parejas con personas de su mismo sexo. Una decisión totalmente libre, que exige un ejercicio de tolerancia. Cada uno es libre de elegir su opción sexual, otra cosa es el aspecto físico (colita o rajita) con que nació.

Vivir y dejar vivir, salir del rebaño y pensar por nosotros mismos

[Sumario]

Pero me da que lo de unos y otros es otra cosa. A mí no me beneficia ni perjudica nada compartir y departir con homosexuales, lesbianas y transgéneros. Son ante todo personas (igual que yo), y merecen la mayor consideración.

Ya va siendo hora de empezar a vivir y dejar vivir, saliéndonos del rebaño y aprendiendo a pensar por nosotros mismos. Qué tal si nos ocupásemos de crear industria, puestos de trabajo y revertir la crisis que nos arrasa, en lugar de discusiones absurdas e insolidarias.

Conozco homosexuales en la derecha y en la izquierda, pero cara a la galería parece ser que defenderlos o rechazarlos representa cada una de esas ideologías. Estamos ante un caduco estereotipo y muchos intereses creados en torno suyo (votos y réditos políticos). Lo he pasado de maravilla cuando he ido de fiesta a Chueca, y cuando he apoyado los actos del orgullo gay. Su ambiente folklórico, divertido y colorista es contagioso.

Ponemos el grito en el cielo, cuando vemos un autobús que expone lo elemental y no lo hacemos cuando observamos marquesinas en el metro y autobuses del Páis Vasco y Navarra con dibujos y mensajes manipulados. No sé hasta qué punto fomenta el odio este vehículo de color naranja, y no lo hace el texto de Chrysallis: “Hay niñas con pene y niños con vulva”. Si de lo que se trata es de eso, tanto monta, monta tanto.

En lo que a mí concierne, hasta ahora sólo he visto niñas con pene y niños con vulva en los comics y en los dibujos de su cartel. Como creo -ante todo- en la verdad científica (no dogmática) si eso es cierto, pido que me los muestren. No es perversión, ni morbo, ni pederastia, pero, quiero ver un bebé masculino con vulva y otro bebé feménino con pene. Sólo así reconoceré -si se da el caso- mi equívoco.

Pretendo establecer un gesto de equidad entre las campañas de Hazte Oír y Chrysallis. Como ya he dicho, quiero manifestar un 50% de mi opinión a favor y otro 50% en contra de ámbos.

Proteger la infancia, respetando la diversidad

Los niños gozan de una especial protección y merecen mucho más respeto tanto por ultraliberales como por ultraconservadores. Deformar mentes y cuadricularlas en un sentido u otro, no es más que un despropósito político, que pretende conquistar espacios futuros fabricando ejércitos de robots.

Señoras/es de Chrysallis y de Hazte Oír, paren sus chiquillerías de parvulario. Hoy en día nuestros niños/as cada vez son más maduros/as, y descubren antes su identidad y su género. Y no son ustedes, sino ellos quienes deben decidir su futuro.

Me pregunto si el mismo juez que en el autobús de Hazte Oír ha hallado indicios de menosprecio a personas con orientación sexual distinta a las parejas tradicionales, lo habría hecho con los carteles de Chrysallis; y también si la fiscalía vasca actuó igual frente a los dibujos y frase en los paneles del colectivo gay.

El ADN no cambia nunca. Nacemos como nacemos. Las ecografías maternas durante el embarazo muestran el género del futuro bebe. No entiendo tanta persecución contra lo que es más que evidente. Fomentar el odio, es provocar. Intentar cambiar, edulcorar y camuflar la verdad, es simple y llanamente manipular y mentir.

Qué tal si decidiéramos respetarnos todos mutuamente; aceptando que los hombres que se hacen mujeres, las mujeres que se hacen hombres, los hombres con pechos femeninos, las mujeres con penes masculinos y las parejas del mismo sexo existen con absoluta normalidad y su opción es totalmente legal y legítima. Qué tal si todas estas personas que he mencionado, se miraran al espejo de forma individual y cesaran en su empeño de que todos les vean como se ven ellos.

Es totalmente falso que si apoyas a los colectivos LGBT eres progresista, y si no lo haces eres conservador. Nada es más incierto e inverosímil. ¡Desterremos esta falacia!. En la derecha no faltan lesbianas, gays, bisexuales y transexuales; lo que si suele echarse de menos es la tolerancia.

Entre las dos campañas, la única que contenía dibujos “con sexo explícito”, fue la desarrollada por Chrysallis argumentando proteger niños transexuales. No me imagino a nadie arrancando sus carteles (al menos delante mía). Tampoco veo en la niña con coletas y lacito, ni en el niño del autobús naranja, ninguna connotación xenófoba, y sí percibo mucho radicalismo y dogmatismo entre quienes han intentado quemar ese vehículo. Confieso que no tengo más Dios que la libertad de expresión.

Estoy pensando que Chrysallis y sus afines deberían denunciar todos los establecimientos públicos: hoteles, bares, etc… que diferencian dos cuartos de baño; exigiendo un tercero para transexuales, hormonados y operados; porque actualmente -en cuestión de género- las mujeres (lesbianas o no) entran en los femeninos y los hombres (gays o no) van a los masculinos.

El sistema determinante del sexo: los cromosomas X e Y

Señores de Hazte Oír, no está clara la segunda parte de su mensaje. . “Si naces hombre, eres hombre” “Si eres mujer, seguirás siéndolo”. Si naces varón y decides ser hembra, y para ello te tratas acabarás siendo mujer (aunque no podrás -mediante coito- engendrar ni procrear) y si eres mujer y optas por cambiar tu género acabarás siendo hombre (aunque permanecerás con tu ADN original que te permitía albergar en tu seno nuevos seres humanos). A partir de aquí, que cada uno sea del género que quiera, siempre y cuando respete a los demás.

Con independencia de que alguien se sienta mujer u hombre, nacemos con unos cromosomas (gonosomas) que determinan el desarrollo posterior de nuestros genitales. Los dos cromosomas sexuales feméninos (homogeméticos) son de la misma clase (XX) y los dos cromosomas sexuales masculinos (heterogaméticos) son distintos (XY).

En este proceso, un cromosoma X y un cromosoma Y actúan para determinar el sexo de la descendencia, que con los cromosomas XX desarrollará características femeninas y con los XY características masculinas.

Los seres humanos pueden presentar disposiciones cromosómicas contrarias a su sexo fenotípico como los machos XX o las feminas XY (síndrome de insensibilidad a los andrógenos).

No se es más liberal, ni más conservador por vocear más; ni tampoco más progre o ultra por unirse al descerebramiento general, sin intentar salir del rebaño. Porqué no empezamos ya a ser serios e intentar educarnos y educar sin mezclar ciencia, religión o política. Porqué no empezamos a respetar las diferencias y la diversidad, sin opinar cual me gustaría más.

Si perteneciera al colectivo de LGBT desearía que no se me viera como un bicho raro, pero no intentaría imponer mi forma de ser sobre las reglas científicas naturales que rigen la evolución de las especies. No volvamos a quemar en la hoguera a ningún otro Miguel Servet que abogue por el derecho de cada uno a seguir su propia conciencia y expresar sus convicciones; y támpoco volvamos a forzar a ningún otro Galileo a adjurar de sus principios porque “sin embargo -la tierra- se mueve”.

Paremos tantas acusaciones vacías de homofobia, transfobia y xenofobia; y hagamos menos caso a las campañas de Chrysallis y Hazte Oír. Seamos más tolerantes y fijemonos en quienes realmente importan: las personas.

Y si es posible ¡permitamoslas ser ellas mismas!.

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