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Sánchez podría evitar un adelanto electoral con una cuestión de confianza

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la sesión de control al Ejecutivo en el Congreso.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está viviendo unas horas frenéticas. Fuera del Palacio de La Moncloa se rumorea con un más que posible adelanto electoral después de que ayer 191 diputados rechazaran los Presupuestos Generales del Estado 2019 (PGE). Pero lo cierto es que el único que sabe qué pasará a partir de mañana es el propio Sánchez. Fuentes cercanas al presidente aseguran que está metido en su despacho junto a su equipo de comunicación y gestión para estudiar las posibilidades que hay: ahora, aparte de un adelanto electoral, está sobre la mesa que Sánchez presente en el Congreso una cuestión de confianza. 

La única opción que cada vez tiene más críticas es la de aguantar, como mínimo, hasta otoño. Sin embargo, nadie quiere dar un paso hacia adelante. La decisión última está en el presidente, que es el único capaz de disolver el Parlamento y convocar elecciones o de presentar dicha cuestión en la cámara baja para ver con cuántos apoyos cuenta -o qué partidos no quieren un adelanto electoral que podrái beneficiar a la extrema derecha de Vox-. 

El propio Sánchez exigió a Mariano Rajoy en mazo de 2018, dos meses antes de la moción de censura al presidente, que se sometiera a una cuestión de confianza si no sacab adelante los últimos Presupuestos. Lo cierto es que las últimas cuentas de Rajoy sí que salieron adelante dos días antes de que el líder de la oposición, que era Sánchez, presentara la moción. Era un 23 de mayo. 

La cuestión de confianza es una vía democrática y constitucional, recogida en el Reglamento del Congreso en su artículo 173 y 174. Para que Sánchez superara dicha petición, tendría que obtener la mayoría simple de los 350 diputados -es decir, la mitad más un voto de los votos que se den en la cámara o, lo que es lo mismo, más "síes" que "noes"-. La votación de la cuestión tendrá que darse, como mínimo, cuando hayan pasado 24 horas. El propio presidente, si no obtuviera el apoyo del hemiciclo, tendría que presentar su dimisión al Rey, que sería el encargado de disolver el Parlamento y convocar elecciones. 

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