Griezzman, si el Metropolitano se hubiera convertido en una tierra donde la religión católica predominara, estaría libre de pecado. Y quien está amparado bajo esta libertad se dice que está disfrutando un estado de gracia. Griezmann hizo que su nombre se repitiera en una sola noche tantas veces como en toda la temporada. Un póker perfecto, confeccionado con clases de definición dirigidas a expertos, le ha devuelto el afecto de la familia atlética. Si se dudaba de su compromiso, siete dianas en setenta y dos horas han glorificado su nombre en una noche para la posteridad. Todo facilitado por un Leganés que no conoció la solvencia defensiva en ningún momento del partido.
El cholismo se sujeta a la liga como resistencia de su anhelo por probar el éxito de nuevo. Acostumbrados a rozar y tocar la gloria en esta década, el Atlético sabe que un campeonato liguero engrandecería su escudo y alargaría –aún más- el legado de Simeone. El Wanda acogió el partido combinando la euforia provocada por la reciente goleada en Híspalis con el sentimiento nostálgico tras la pérdida de Quini. Un equipo con un ADN de humildad como el Brujo no faltó al obligado homenaje que se repitieron en los campos de España a lo largo de la jornada. Tampoco Cuéllar, que rompió con los cánones de los dorsales y se endosó el 9 a la espalda.
La carta de presentación del Atlético se caracterizó por el alboroto. Una rapidez heredada probablemente de los numerosos sucesos en los últimos días: la salida de tres jugadores aplicada al inusual festín de goles ante el Sevilla habían dejado a la plantilla revolucionada. La falta de sosiego inicial propició una oportunidad para Eraso que apenas veinte centímetros impidieron el primero del Leganés. Los delanteros pepineros aparecían como cuentagotas en el área a atacar; aún así, el miedo que enraizaba en la defensa rojiblanca fue siempre notable.
En ocasiones romper una línea puede decidir un partido. Que se lo digan a Koke, que con un tirachinas en la bota derecha colocó un balón raso en el epicentro del área rival para que Griezmann, gracias a su estado de gracia, dejara sin opciones a Cuéllar. Ajeno a polémicas o rumores, el delantero estrella ha recuperado su mejor tono con el regreso de Diego Costa. El retorno del hispano-brasileño ha iluminado una chistera apagada por la especulación y el malestar con la afición.
Antoinne quería más y más. La falta que en el minuto diez había mandado al larguero le exigía anular ese error. Y lo hizo. Un nuevo libre directo, aplicado a la media luna del área, se tradujo en el quinto gol del francés en dos partidos, además del número noventa y nueve con la elástica del Atlético. Su exigencia, conocedora de que todavía restaba la mitad de la función, no le frenó ahí.
Sus galopadas hacían presagiar algo. La sangre fresca con la que peleaba cada balón, sus movimientos derrochantes de confianza y el calor del graderío le hacían ser el jugador que acostumbraba a maravillar partido sí y partido también en el viejo Manzanares. Con el cambio de lado, su número 7 se hizo centenario.
La centena de goles llegó con un sutil pero enérgico testarazo. Filipe Luis sacó la escuadra y el cartabón para realizar la clásica asociación con el delantero francés. Griezzman contactó con el lateral y mientras este preparaba el gatillo, el goleador se coló con disimulo entre líneas para fusilar con la testa. El júbilo creado en la primera parte parecía imposible repetirse en la segunda. Sin embargo, en el fútbol, el acierto aparece con tanta frecuencia como con la que desaparece.
Griezmann se atrevió a trastocar la historia. Hizo el póker a pase de un Diego Costa desdichado e igualó un registro que solo se había visto una vez en la historia del club: Pruden ha sido el único jugador en marcar siete goles en dos partidos con la rojiblanca. Y fue hace 78 años. Simeone no le dejó hacer un registro insólito cuando en el minuto setenta le paró los pies y le mandó al banquillo. Un gesto precavido con vistas al trascendental choque del domingo en Barcelona pero egoísta con un Metropolitano deleitado por Antoinne Griezmann.
La mente se queda ahora en el Camp Nou, pero sosegada tras el disfrute de la noche del miércoles. Ahora el Atlético espera con los dientes afilados al Barça más competitivo de los últimos años, pero con un Griezmann dispuesto a enterrar a cualquier Goliat que se presente ante su faz.
Ficha técnica:
Atlético de Madrid: Oblak, Juanfran, Giménez, Godín, Filipe Luis, Koke, Thomas, Saúl, Correa, Griezmann y Diego Costa.
Leganés: Cuéllar, Bustinza, Mantovani, Gumbau, Gabriel, Raúl C., Rico, Eraso, Ezequiel, Omar Ramos y Guerrero.
Goles: 1-0 Griezmann (min 25), 2-0 Griezmann (min. 34), 3-0 Griezzman (min. 55), 4-0 Griezmann (min. 65)
Jornada 26 de la Liga Santander. Estadio Wanda Metropolitano. 67 espectadores.
Árbitro: Xavier Estrada (CAT).
