Al Real Madrid le persigue el espíritu de la perseverancia. Primero fue el Leganés, dando la campanada en una eliminatoria ya escrita en la historia del fútbol español. En la jornada del sábado ha tomado el relevo el Levante, que se dignificó ante un Madrid pésimo en defensa y con una incapacidad resolutiva que se ha hecho habitual en el curso presente. El Levante no se rindió ante la iniciativa del Madrid. Se vino abajo en el marcador hasta en dos ocasiones pero usó el arma de la espontaneidad a través de las glorifiadas figuras de Boateng y Pazzini.
Una semana después, volvió el Real Madrid a Valencia. Tierra que parecía exigir la etiqueta de prometida tras el resurgir de la BBC ante el conjunto de Marcelino. La goleada en Mestalla da cierto respiro después de la agonía sufrida durante el primer mes del año, donde la eliminación de Copa y el menosprecio a los puntos ligueros han marcado al Madrid para el resto del año. A pesar de que las voces críticas apuntan a que los partidos de liga se han convertido en un puro trámite a la espera de la cita con el París Saint Germain, Zidane saca sus armas más afiladas.
El 4-3-3, con el emblemático centro del campo formado por los ejes de Modric y Kroos, fue utilizado para dominar de principio a fin. La apuesta por la contención y la creación meditada parece ser la baza definitiva del Madrid, cuyas dudas de mayor magnitud han correteado por esta parte de la alineación. Isco se quedó esperando en el banquillo mientras Ceballos repitió ausencia en la convocatoria. El ex jugador del Betis, con el mercado ya cerrado, continúa sin disponer de minutos con el ecuador de la temporada ya traspasado.
Ante el once de gala del Real Madrid salió el Levante sin Pazzini, el fichaje más mediático de enero. La escuadra local no fue cautelosa en la primera toma de contacto y el Madrid no tardó en cumplir su objetivo. Un alud de ocasiones precedió a un gol de Ramos con la testa. Benzema intervino en la jugada con un amago de disparo que confundió a la defensa levantina. Sin embargo, la comodidad que proporciona adelantarse en la batalla se vio superada por la respuesta del adelantado.
El Madrid se hizo dueño del partido y trató de vivir hasta el descanso en campo contrario. El Levante, a pesar de estar sometido a la electricidad blanca, optó por cambiar el guión que el Madrid quería implantar. Tan solo una salida a la contra bastó para darle la vuelta a la situación. Fue el ansia por querer sentenciar lo que condenó al equipo de Zidane a irse al descanso con un empate. La línea defensiva, excesivamente adelantada, no pudo parar Morales, que en un cara a cara con Keylor se encontró con las dotes del tico que le hicieron fichar por el club de Chamartín. Pero el eje defensivo no contó con la presencia de Boateng, que pasó de entrar en la lista de candidatos para ser sustituido a anotar un gol que encendió el Ciutat de Valencia. Al Madrid le volvieron los fantasmas de la desconexión.
El transcurso del partido no comprendió el descanso de los equipos y siguió en una línea irregular. La defensa local siguió recibiendo numerosos intentos de sometimiento, con la diferencia de que sus volantes se embravecieron en el segundo acto. La explosividad de los hombres de Muñíz dejó el encuentro roto y sumergido en un ir y venir de contragolpes.
La persistencia del Madrid comenzaba a descolocar al rival. Zidane, consciente de que el juego iba a focalizarse en escasos metros, sacó a Isco en pos de un gol que no tardó en llegar. Y fue precisamente las mismas botas del malagueño el último sitio donde el esférico habitó antes de remover las redes levantinas. Una jugada individual de Benzema compuso la asistencia del francés a Isco, que pareció sentenciar de por sí.
No contó el Madrid con que deambulaba por el terreno de juego un viejo guerrero de la península itálica. Pazzini había debutado en el minuto ochenta. A los diez minutos, amargó la noche al visitante. De nuevo, un contragolpe sumado a la descoordinación defensiva del Real derivó en un tanto tardío que encendió a los presentes. Pazzini resolvió sin meditación previa, haciendo gala del delantero que deslumbró en clubes como Fiore, Sampdoria o Inter de Milán.
Un punto de oro se queda en Valencia; otro, con sabor más agridulce viaja hacia Chamartín. El Madrid no logra alcanzar un rendimiento que le permita cerrar los partidos. Mientras, la Champions espera con una liga que no ayuda.
