En los tres últimos años, las finales de la NBA han estado protagonizadas por las mismas franquicias: Golden State Warriors y Cleveland Cavaliers. La organización de la liga, sabedora de las pasiones que levanta un duelo entre estos poderosísimos equipos, decidió que ambos se enfrentasen en una fecha tan señalada y tradicional como es el 25 de diciembre.
El escenario que albergó el partido fue el Oracle Arena, hogar de los actuales defensores del campeonato, los Golden State Warriors, y tal y como ocurrió en el último enfrentamiento entre los de Ohio y los californianos, Kevin Durant y sus chicos se impusieron a los Cavs del siempre peligroso LeBron James.
Tras finalizar los cuatro cuartos, el marcador del Oracle lucía un 99-92 favorable a los locales, resultado que se debe en gran parte a la aportación ofensiva de Klay Thompson (24 puntos, 7 rebotes y 2 asistencias) y Kevin Durant (25 puntos, 7 rebotes y 3 asistencias). La plantilla dirigida por Steve Kerr no necesitó la ayuda de su estrella, Stephen Curry, el cual se perdió el mediático partido por una lesión en los tobillos.
Kevin Love fue el hombre que destacó en los Cleveland Cavaliers. El Ala-Pívot contribuyó con 31 puntos, muy lejos de los 20 conseguidos por LeBron, que no rindió excesivamente bien. Debido a las lesiones tanto de Derrick Rose como de Isaiah Thomas, José Calderón volvió a ser titular y disputó 17 minutos, durante los cuales anotó tres puntos, repartió dos asistencias y atrapó un rebote.
Tras este partido, los Golden State Warriors suman 27 victorias y 7 derrotas, registro que les permite seguir muy de cerca a los líderes de la conferencia oeste, los Houston Rockets (25 victorias y 5 derrotas). Por su parte, los Cavaliers han encajado su décima derrota, y con sus 24 victorias se sitúan terceros en su conferencia a dos triunfos del equipo que ocupa la primera posición en el lado este de la NBA, los Boston Celtics.
