Amateurismo. Es la palabra que define a Jorge Sampaoli, el entrenador argentino del Sevilla que, desde su llegada a la capital andaluza el pasado verano, está provocando una auténtica revolución, tanto en el club sevillista, como en la Liga. En su primer año en Europa, alcanzado el ecuador de la temporada, tiene al conjunto andaluz ocupando la segunda plaza en el campeonato, a un sólo punto del líder, el Real Madrid, y uno más que su perseguidor, el Barcelona, además de haber realizado la mejor primera vuelta en la historia del equipo, con 42 puntos en el casillero.
La llegada de Jorge Sampaoli al banquillo de Nervión vino acompañada de muchas dudas. El Sevilla venía de ganar tres UEFA Europa League consecutivas con Unai Emery. Los jugadores estaban hechos a las ideas y forma de jugar del ahora entrenador del París Saint Germain. En cambio, el técnico argentino se situaba en las antípodas con respecto al vasco, con un fútbol caracterizado principalmente por el juego ofensivo, la posesión del balón y la presión alta al rival. Así que el de Casilda tenía la difícil tarea de convencer a un grupo de jugadores que había conseguido éxitos de que también era posible ganar de la forma que él defendía.
Y lo ha hecho. Tanto los jugadores que ya estaban la pasada temporada como los que han llegado nuevos han interiorizado la idea del míster y la defienden en cada partido hasta que el árbitro pita el final, como ocurrió en la victoria ante el Real Madrid. Pero, más allá de un estilo de juego basado en el ataque y la posesión, ¿cuál es exactamente esa idea de Sampaoli? ¿Qué es el amateurismo, una palabra tan de moda ahora en Sevilla y en el fútbol español en general?
Sampaoli representa una rara avis en el fútbol moderno. En una época en la que los derechos televisivos, los intermediarios, los agentes de los jugadores, los patrocinadores, las marcas deportivas y un larguísimo etcétera que se pueden englobar en una misma palabra, negocio; cuando todo eso es más importante que el aficionado, el escudo y los colores de un equipo, llega un entrenador que manda a sus hombres la consigna de salir al campo a dejarse la piel por la camiseta que visten y por la gente que les está viendo en la grada. Les ordena que se diviertan en el campo, que disfruten del fútbol y que transmitan esa ilusión y esa pasión al aficionado.[Sumario] Una visión más cercana al balompié de un tiempo ya amarillento y al juego colectivo en los barrios más humildes de las ciudades.
El técnico del Sevilla es heredero de la escuela de Menotti de los setenta y ochenta y, posteriormente, de Marcelo Bielsa, del que ha reconocido en varias ocasiones, sentirse un gran admirador, pese no haberlo conocido nunca, más allá de un par de conversaciones telefónicas. De Menotti absorbió el estilo de juego atractivo y ofensivo mientras que de Bielsa recogió la convicción con la que generaba la rebeldía para imponerse, con equipos menores, a los grandes. Así lo hizo, por ejemplo, con Newell’s, con el que ganó el campeonato argentino en la temporada 90/91.
Así que Sampaoli conjuga el gusto por el fútbol ofensivo, de ataque, y la capacidad para generar a sus jugadores la rebeldía necesaria para mentalizarlos de que pueden superar a cualquier rival, por muy fuerte que sea. A eso le añade una fuerte dosis de pasión y amor por la camiseta que defienden, de sentimiento hacia una hinchada, y el resultado es una ecuación tan valiente como arriesgada y tan anacrónica como hermosa. Y esa ecuación le ha servido para conseguir triunfos importantes, como la Copa América con Chile, una selección que nunca había ganado nada. Ahora, en España, dirigiendo al Sevilla, ha sido capaz de trasladar su idea de fútbol a un grupo de jugadores y a toda una afición que sueña con que su equipo pueda pelear la Liga con el Madrid y el Barcelona. El amateurismo es, en definitiva, salir al campo a jugar al fútbol, pasárselo bien y hacer que la gente disfrute y se ilusione, sin que importe nada más.