Texto de Augusto César Lendoiro:
"El domingo viví una sensación parecida a la que disfrutaba hace 60 años, cuando, a pesar de estar el Deportivo en Segunda División, acudíamos muy ilusionados al Estadio. Los años 60 se iniciaban con Amancio-Veloso, un tándem de lujo que en la 1961-62 celebraban sus más de 40 goles y el ascenso a Primera … pero sufrían el fin de una pareja para la historia por la marcha de Amancio al Madrid.
Atrás quedaba una temporada impresionante del jugador del Victoria que -quizás para abaratar su traspaso al club blanco- había sido injustamente eliminado de la lista para el Mundial de México-62, donde Amancio -el de la calle Vizcaya en pleno Gurugú- debió integrar un trío de grandes ases coruñeses con el Luisito Suárez, de Monte Alto, y con un Severino Reija, del Oza Juvenil de Monelos.
Recuerdo la obsesión que tenía por estar en Riazor a la hora exacta del inicio del partido porque, si llegabas cinco minutos tarde, te habías perdido el primer gol. Y si alguien lo duda, que le pregunte al Gran IIribar, que solo pudo mantener la portería a cero un minuto, el tiempo que necesitó Amancio para iniciar el 5-1 al Basconia. Una goleada que, después de tanto tiempo, no habrá olvidado el irrepetible Chopo.
Amancio asombraba a una afición que lo premiaba con ovaciones y pañoladas, después de maravillar en una Selección Juvenil Gallega de ensueño. Enseguida alcanzó la titularidad como blanquiazul, tras “doctorarse”, con el portero Moncho y Jaime Blanco, en esa universidad maravillosa que eran las calles coruñesas, en este caso las adyacentes a la antigua iglesia de San Pedro de Mezonzo, lo que demostraba, a los más incrédulos, que el futbolista genial nace y se perfecciona… pero no se “inventa”, por muy afamadas que sean, las escuelas futbolísticas.
En ese momento, Amancio, Veloso, Jaime Blanco… consiguieron ilusionar a un deportivismo en horas bajas -cinco años en Segunda- y en una época que viví de forma intensa por coincidir con los tres años en los que formé parte de un buen equipo juvenil del Deportivo, en el que destacaba sobremanera otro mítico, Beci, el del gol al Rayo, premiado con una pañolada de ascenso a Primera.
Y ahora, cuando más abatida estaba la afición blanquiazul en las tinieblas de una negra pandemia, sanitaria y deportiva, surge con fuerza una luz que nos ilusiona a todos. Observamos que puede existir un cierto paralelismo, aunque sea pequeño, entre aquella generación y los juveniles que ahora llegan. Solo pedimos que se nos permita soñar en un momento en el que el deportivismo necesita rearmarse.
Yo diría que el pasado domingo, en 90 minutos, se pasó casi del cero al infinito. De las interrogantes sobre una plantilla con 15 caras nuevas se pasó al júbilo por detectar algo que puede cambiarlo todo. Es cierto que no puede ser ajeno a ello ni el buen partido de todo el equipo, ni el 5-0 ante un rival que la pasado temporada nos causó un buen disgusto, ni el buen rendimiento inicial de algunos fichajes….
Aunque la composición de la plantilla ponía en entredicho que se contase con los canteranos, Dios protege la inocencia, las lesiones en el lateral derecho y las negativas de algún punta diferencial facilitaron las apariciones de Trilli y Noel.
La titularidad de Trilli, que se ha ganado a pulso un puesto en el equipo,, abría el camino a la “Camada-2011”, esa gran generación reclutada por los Porvén, Pulido, Gamallo y Cía, que, a pesar de haber sufrido el “robo”, ya hace años, de dos de las joyas más preciadas de la corona -Álvaro Fernández (Madrid-M.United) y Hugo Novoa (Leipzig)- está llamada a capitanear una cierta revolución deportivista.
Por ello, y entiéndaseme bien, no es una noticia para celebrar que nos lleven a tres o cuatro jugadores a la Sub-19. ¡Qué miedo me da! Los que conocemos algo más que la mitad de esa “misa”, sabemos lo peligroso que son las llamadas a Las Rozas… y más si no tienes renovados y muy bien amarrado los contratos de las jóvenes promesas. ¿Por qué? Porque las conversaciones con la gente del Barsa, Madrid… giran en torno a lo que perciben en sus clubs. Las carcajadas sobre los salarios que pagan los clubs modestos resuenan por toda la Ciudad del Fútbol.
Mucho cuidado con los buitres que ya están acechando. Que no se repita el caso de Guille Bueno (Borussia) y se les ofrezca a los jóvenes valores el contrato ajustado a su valìa deportiva. Alguno nos puede sacar de pobres. Ofreció destellos en 10 minutos de oro. Lo que parecía imposible -tener en la cantera un punta de gran calidad- puede ser real. Se llama Noel, tiene 18 años y lleva 10 en el Depor.
Esperemos que con Noel -ese nombre que significa Navidad, o lo que es lo mismo, nacimiento- haya renacido la ilusión del deportivismo, al menos la mía si, y todos tengamos una razón poderosa más para acudir a Riazor esperando encontrar un jugador diferente, ¿quizás genial?, Ojalá, pero ni exageremos, ni le pongamos puertas al campo. Espero que sea ese futbolista que enamora nada más verle detalles que suelen estar reservadas para los jugadores especiales… siempre que no se lo creen antes de tiempo. Por lo que sabemos, tiene condiciones futbolísticas y humanas. En su padre, al que le debe mucho, tiene el mejor ejemplo de sacrificio.
Pienso que a Noel se le debe aplicar la velocidad de crucero. Ni acelerar su marcha demasiado, ni ralentizarla lo más mínimo. En eso, a él y a todos sus compañeros de promoción, la categoría en la que compite el Deportivo les ayuda.
El otro día me emocionó en los 10 minutos que jugó. En tan poco tiempo era difícil hacer más. Aportó trabajo, calidad, velocidad… y gol. Me emocioné tanto que de repente me di cuenta que estaba aplaudiendo de pie en el palco, lo que nunca había hecho y que, quizás, nunca debí hacer, pero es que me emocionó pensar que, al fin, aparecía un jugador gallego que podía hacer levantar de los asientos a todo Riazor, como hacían Amancio, Veloso, Beci… Pensé si seria oportuno agitar mi pañuelo al viento de Riazor, pero, aparte de ser el palco el lugar menos adecuado, me pareció que era muy pronto. Espero hacerlo, pero desde mi asiento de socio".