Reflexión de Augusto César Lendoiro:
"He dudado si era conveniente publicar este artículo sobre la profesionalización del fútbol femenino, porque sé que corro el riesgo que algunas y algunos, me puedan malinterpretar. Al final he decidido hacerlo porque me siento obligado a manifestar mi sentir en los temas deportivos que crean debate y éste vaya si lo generará.
Porque si la noticia de profesionalizarlo no sorprendió a nadie -ya el Día de la Mujer lo había anunciada Irene Lozano, bautizándola como “Liga Ellas” y sentenciando que “El fútbol va a ser la locomotora de la igualdad”- sí tengo que considerarla, al profundizar en la débil estructura del fútbol femenino, como una medida populista del gobierno.
El deporte de la mujer en general, y el fútbol femenino en particular, está cansado de ser utilizado por los de uno u otro color, cuando lo único que precisa es que los dirigentes cumplan con su obligación de igualdad: dotar a las mujeres de los mismos medios que tienen los hombres de su categoría. ¿Pueden esgrimir igualdad los clubs que, con equipos profesionales de ambos sexos, tienen 12 equipos de base de niños y tan solo, los que los tienen, 3 de niñas?
Antes de continuar, y por mera credibilidad, debo responder a la pregunta que más de un@ se estará haciendo: “¿Por qué el Deportivo de su época no tenía equipos femeninos?” Porque nunca he querido diversificar el objetivo fundamental del club.
Lo dejé muy claro en los estatutos, y en especial en los del Liceo de hockey, un club que me negué a incorporarlo al Deportivo, a pesar de mi extraordinario cariño por “los verdes”. ¿Razón? Porque la primera decisión que toma un club de fútbol si le aprietan las dificultades económicas, es eliminar secciones deportivas y similares. El histórico Karbo Deportivo, que desapareció en 1987 por la situación económica del Depor; el legendario Atlético de Madrid de balonmano ó el laureado Español de Barcelona de hockey, pueden ser buenos ejemplos de la teoría que mantengo.
Sí ayudé económicamente al Liceo, mientras el Deportivo pudo, a cambio del acceso gratuito de los socios deportivistas a sus partidos -ahora se hace a cambio del nombre, lo que supone un peligro cara al futuro- y, en el fútbol femenino, apoyaría al club coruñés que destacase en ese trabajo -a las herederas del “Karbo”- porque de esa forma el apoyado mantiene su historia, nombre e ingresos de todo tipo, justo lo contrario de lo que sucede cuando la directiva de turno, después de absorberlo, elimina esa sección porque su economía lo aconseja. El fútbol debe ayudar. Absorber, nunca. Así sobrevivirá el débil. De otra forma, lo dudo mucho.
Quizás, a tenor de mis palabras, alguno me tache de ningunear al fútbol femenino. Nada más lejos de la realidad. Trato de ser coherente y me declaro defensor de su independencia del fútbol masculino, porque creo que, aunque se tarde más, es la fórmula para que progrese de verdad y no se convierta en un mero apéndice de LaLiga -poco más que una liga de filiales- lo que sería el golpe mortal para ‘Ellas”.
El camino puede estar ya diseñado. Quizás no sea casual que el basquet, balonmano o voleibol cuenten como excepción los equipos femeninos dependientes de masculinos.¿por qué entonces eso es distinto en el fútbol? Mi teoría malévola es que “LaLiga” trata de ser “Ellas”. y de ahí mi grito por la independencia del fútbol femenino. ¡Ser libres!
Es cuando surge el interrogante de si llega la profesionalización al fútbol femenino con una base real para ello. De entrada pienso que no es de recibo que una futbolista profesional de la Liga Iberdrola reciba un salario mínimo de 16 € brutos anuales, mientras un futbolista de Liga Santander perciba un mínimo de 150€. Es decir, la futbolista percibirá poco más del 10% de lo que cobra el hombre en la misma categoría… y si el cálculo lo hacemos sobre la Liga Smartbank, que fija un mínimo de 85€, una jugadora de Primera percibiría un 20% de un futbolista de Segunda.
Es ésa una curiosa fórmula de “cumplir” el vaticinio, sin ponerse colorada, de Lozano: “el fútbol va a convertirse en la locomotora de la igualdad”. Lo que no dijo es que se refería a la locomotora a carbón de los años 50. ¿No será más lógico tratar de acercar los salarios y no empujar a las futbolistas a su dedicación exclusiva -salvo en los casos de equipos que superan claramente esos bajos niveles de sueldos- y obligar al club, como ocurre ahora con los hombres en las competiciones no profesionales, a que cumplan con SS y hacienda, y no ofrecerles ese caramelo envenenado que son los salarios “mil euristas”, en una Liga que de “profesional” solo tiene el nombre?
Lo que ahora se vende como un logro político-feminista, y anima a las jugadoras a abandonar estudios o trabajos para dedicarse a su gran pasión, les hace soñar con que el fútbol pasará de ser su hobby a ser su profesión. Lo que no les dicen es que a los 30-35 años, quizás en el paro, se darán cuenta de su grave pecado de juventud:
Lo ha expresado muy bien María Pry en una frase para enmarcar: “No tenemos que compararnos ni beneficiarnos de lo que ocurre en el fútbol masculino. Tenemos que marcarnos nuestro propio camino para lo bueno y para lo malo”. Es posible que María Pry, de las personas que mejor conoce el sector, estuviese pensando en una pirámide del fútbol femenino similar al masculino y que los salarios de las jugadoras, hoy más propios de “amateur marrón” que de profesionales, se acercasen a los de los hombres,
Pero eso nada tiene que ver con la realidad actual del fútbol femenino. Su economía está cimentada en limitados ingresos propios e importantes subvenciones ajenas de RFEF, CSD y, en especial de LaLiga y sus clubs para conseguir el control de “Ellas”.
El fútbol de la mujer se viene debatiendo entre superar el feminismo político y escapar del depredador masculino de LaLiga. Éste está a punto de conseguir el “mando único”, la peor noticia posible para ”Ellas”, porque si él fútbol femenino quiere crecer tiene que emanciparse del masculino. Es casi imposible, pero no dudo que es su ser o no ser.
Todo apunta a que LaLiga, con la anuencia interesada del CSD, se ha apropiado del fútbol femenino profesional. Se nombrará un “Presidente”, pero, que nadie se equivoque, el mando será único, porque muchos votos de la “Iberdrola” dependen de la patronal, pero eso a “Ellas” las podría convertir en un caballo de Troya que, con sigilo, no solo se ha colado en la LFP, sino en los clubs, por lo que, si el fútbol femenino se fortalece de verdad, y asi será, llegarán los justas reivindicaciones de las jugadoras.
¿Están preparados los clubs para afrontar el desgaste económico y social que les va a suponer el nuevo convenio del fútbol femenino? Creo que si las futbolistas juegan bien sus cartas -que de mano son inmejorables, porque todo este partido lo van a jugar a favor del viento social- puede que LaLiga y los clubs, pronto perciban que han ido a por lana y pueden salir trasquilados".