La destitución de Fernando Vázquez fue una crónica anunciada. Pero al margen de los problemas de perfiles y gustos, lo que movió finalmente la decisión han sido los preocupantes resultados del equipo y la imagen que estaba mostrando su equipo sobre el terreno de juego.
El regreso de Vázquez al Deportivo se oficializó el 30 de diciembre de 2019. Antes de que el técnico de Castrofeito estampase su firma en el contrato, el club esperó por el entrenador más de quince días. La negociación para llegar a un acuerdo duró dos semanas y tenía un por qué. La primera destitución se produjo el 8 de julio cuando Richard Barral dirigía la parcela deportiva del equipo y Fernando Vidal era el consejero encargado de los fichajes en la administración Tino Fernández. Se le destituyó entonces por “falta de confianza” después de un análisis sobre las “opciones” que el Dépor podía manejar a la hora de fichar. En la tesorería del club había telarañas y la capacidad de maniobra para hacer un equipo competitivo estaba excesivamente comprometida. Vázquez analizó la situación cuando el Dépor negociaba el fichaje de Lucas Pérez que entendió que su incorporación era una opción preferida. El 2 de julio de 2014, Vázquez dijo, sobre la política de fichaje que se estaba llevando a cabo, “non conseguimos a opción número un, que podía ser unha bomba, xeralmente vamos á opción 5, 6, 7. Nunca conseguimos o que nos propoñemos, ese é o problema. Además, este ano temos unha cantidade de cartos decente, non como o ano pasado que tiñamos que ir polas portas pedindo”, explicó el técnico en el campus Pablo Ínsua en Arzúa. Esas declaraciones solo las recogió la TVG, que estaba presente en la charla y la grabó. Se le dio unos días para que rectificase, pero el gesto de rectificación no llegó en la forma que se esperaba lo que acabó perjudicando al propio técnico ya que fue despedido. La operación del fichaje de Lucas Pérez se recondujo con la marcha de Vázquez, muy irritado con el entrenador y cerrado en banda en su idea de no firmar si el de Castrofeito seguía.
Aquella destitución “inesperada” de Fernando Vázquez, sin que la temporada comenzase y después de haber conseguido un ascenso con el Dépor, dejó una profunda herida en el técnico, que creía haberse ganado el derecho a dirigir al equipo tras haber conseguido el objetivo que se le había encomendado. Lo cierto es que Vázquez no era del gusto de la secretaría técnica ni del consejo de entonces, pero consideró la continuidad como premio al logro alcanzado.
La espina clavada en julio de 2014 no pudo desquitarla hasta diciembre de 2019. Curado de espanto, Fernando Vázquez designó a Enrique Botas, persona non grata en el club blanquizal por el “affair” del doble contrato de Saúl García y el juicio posterior con el Valladolid, para que negociase su contrato. Fernando Vázquez exigía tres años de contrato. El club solo quería firmarle un año y medio de contrato como máximo. La idea del regreso de Vázquez era clave porque se consideraba que podía ser un buen elemento aglutinado para recuperar la grada y finalmente se cerró un acuerdo a dos años y medio. Pero el club se aseguró en el contrato una cláusula que permitía la liberalización del vínculo si el Dépor no lograba la permanencia en Segunda y caía a la B. Cuando Vázquez se volvió a subir al autobús herculino, el equipo ya estaba empozado en la B, en una situación excesivamente crítica. La permanencia era casi una misión imposible.
Pero Vázquez logró encadenar seis victorias consecutivas y una racha de resultados que le hicieron acreedor de una media de dos puntos por partido que le habría colocado como líder destacado de Segunda, si sólo se hubiesen considerado sus resultados. Incluso se llegó a soñar con tratar de alcanzar los puestos de play off, pero el equipo partió de una situación escandalosamente inferior en la tabla. El tortuoso fin de la Liga, con el caso Fuenlagate y el guirigay montado por Javier Tebas con la última jornada de Liga, sentenció el descenso del equipo del de Castrofeito. El ultraje al Dépor colocó a Fernando Vázquez en un plano superior, ya que ante un desaparecido Fernando Vidal, el técnico se erigió en portavoz y paladín de la causa. Este papel de intercesor blanquiazul le fortaleció ante los medios de comunicación, la opinión pública y, por supuesto, en la grada de animación blanquiazul que bebe los vientos con el de Castrofeito haga lo que haga.
Con el equipo descendido, y derrotado también en la procelosa serpiente administrativa, y pese a la cláusula liberatoria al no alcanzarse el objetivo de la permanencia atada por contrato, el consejo decidió renovar a Fernando Vázquez. “Es el hombre”, se dijo en aquellas reuniones que, por votación, consideraron el respaldo al técnico de Castrofeito para reconstruir el proyecto y buscar el ascenso a Segunda. Una decisión que se tomó por acuerdo unánime del consejo de administración, pese al recelo de Richard Barral, que no consideraba al técnico con el perfil adecuado para alcanzar el objetivo.
El fin de la segunda oportunidad de Fernando Vázquez con el Dépor se ha refrendado por resultados. Tras la derrota ante el Celta B en Riazor, Richard Barral elaboró un informe que presentó al consejo de administración recomendando el cambio de técnico. El consejo antes de la Noche Buena decidió por mayoría que seguía creyendo en Vázquez y que tomar la decisión de destituir al técnico tras la derrota ante el filial del Celta sería tomado por un sector de la afición com un calentón y una reacción forofa que no podía asociarse a la imagen de unos ejecutivos de una sociedad. Fernando Vázquez obtuvo el respaldo de una amplia parte del consejo para que continuase en 2021 siendo el director del proyecto. Su nombre empezaba a ser discutido, pero no suficientemente. La decisión de la continuidad tenía una condición. Había que poner un ultimátum para buscar una reacción del entrenador. Dicho ultimátum se le comunicó. Tenía que hacer 4 puntos en las dos siguientes citas: Zamora y Salamanca. Si no conseguía sumar cuatro puntos se le destituiría. Dicha decisión estaba respaldaba también por la propiedad, que conocía la decisión del consejo de administración.
La pérdida de confianza en el entrenador se había labrado con la mala imagen del equipo, desplazado del puesto de líder de la categoría, pese a manejar el presupuesto más caro del subgrupo. Esta temporada, la 20/21, consumirá 13 millones de euros. Había más puntos que generaron la discrepancia del consejo. En el plano físico, los jugadores acumulaban una treintena de lesiones y algunos de los jugadores aún no se encontraban todavía con el tono físico adecuado y esperado. Ante el Celta B, Vázquez sufrió una nueva expulsión al ver dos tarjetas amarillas. La temporada ya había empezado sin el técnico en el banquillo cuatro jornadas. Venía de una sanción de 9 partidos. Su primer partido desde el banquillo fue con el Guijuelo, en la quinta jornada. La imagen del entrenador asociada a las expulsiones fue una cuestión a debate entre los ejecutivos del club. Tanto se había pensado en ello que este verano se le ofreció al técnico la posibilidad de incorporar a un segundo entrenador, ya que la temporada comenzaba con una dura sanción de cuatro partidos. Pero el entrenador se negó y no quiso esa ayuda. Con la nueva expulsión ante el filial del Celta en Riazor surgió el dilema de si asumirían el riesgo de otra expulsión con el equipo jugándose eliminatorias finales para el ascenso. Preocupaba que el equipo no podía quedarse sin técnico en el banquillo. Además, pesaba en contra del entrenador la escasa productividad del equipo en ataque. Muy sólido atrás, pero totalmente improductivo en ataque. Los delanteros no han recibido ocasiones con sus sistemas. Tampoco se veía con buenos ojos la falta de jugadas ensayadas a balón parado, inexistentes prácticamente en ocho jornadas. Y también se consideraba que el equipo no estaba bien trabajado lo que llevaba a una mala dirección, junto a la confusión que existía entre los jugadores con constantes cambios de sistemas de juego en el mismo partido.
Tras perder el partido de Copa del Rey con el Alavés, llegó la prueba de fuego. La visita a Zamora. El club esperaba al menos un empate. Pero el equipo volvió a perder. De los últimos cuatro partidos, el Dépor había perdido 3. Además, la imagen del equipo no había cambiado. Seguía siendo blando, sin crear ocasiones, sin gol. La imagen del Dépor se mantenía igual que en los ocho partidos anteriores. Clasificatoriamente, la cabeza se veía a cinco puntos, solo con dos goles más a favor que los encajados, y con el Celta B, cuarto, a un punto.
La derrota precipitó la decisión de destituir al entrenador. La suma de cuatro puntos, condición que se le había puesto, ya era imposible. Fernando Vázquez había elegido un equipo ultradefensivo en Zamora, temiendo la destitución, para al menos defender un punto y tratar de cumplir con el objetivo exigido. El resultado no llegó. El consejo adoptó la postura unánime este lunes de destituir al entrenador.
El técnico eligió este viernes una salida en falso del club. Dio una rueda de prensa para despedirse acusando de “cosas súper graves” y haciendo responsable de ellos a la propiedad de la que dijo era conocedora de la situación. “Hay algo en el corazón que me corroe un poco y es triste decirlo. Quizás el mayor obstáculo que me encontré, en los últimos momentos de la temporada pasada y de esta, la mayor resistencia que me encontré para llevar esto adelante no estaba en el exterior, no estaba fuera. Estaba dentro del club. Esto que digo es normal, cuando hay un cese es porque hay dificultades entre el entrenador y el Consejo. Ocurrieron cosas que desde mi punto de vista son súper graves, que sabe el club y sabe la propiedad. Espero, por el bien del Deportivo, que tanto el presidente como ABANCA, tengan la valentía de tomar las decisiones adecuadas para que la unidad por la que siempre peleé vuelva, y eso nos permita conseguir los objetivos que todos aspiramos”, dijo el técnico.
Vázquez acusó sin señalar al culpable. Todo apunta a Richard Barral, aunque en la rueda de prensa explicó que le unía una “buena relación” personal con él, por lo que dejó señalado al presidente del club Fernnado Vidal.
Como dato, una curiosidad. Víctor Alfonso Serrano Mosquera fue secretario técnico del Valladolid y fue uno de los responsables técnicos que tomaron la decisión de destituir a Fernando Vázquez en el club vallisoletano. Ahora Alfonso Serrano es secretario técnico del Dépor. Tanto Richard Barral como Serrano ya habían destituido en una ocasión al de Castrofeito. Esta fue la segunda vez que ambos al alimón desaconsejaron la continuidad del entrenador al frente del Deportivo.