Continúan las noticias desoladoras para el mundo, pues ahora se anuncia la muerte del mítico actor hollywoodense, Sean Connery a los 90 años de edad en las primeras horas de este sábado 31 de octubre. Aunque las causas precisas del deceso no han sido dadas a conocer, se sabe que el actor murió rodeado de su familia y en absoluta calma en su casa de las Bahamas. Inmediatamente la noticia conmocionó al planeta entero, pues el escoces es sin duda una de las grandes luminarias en el siglo pasado en la cultura poco internacional, marcando un antes y un después de su aparición en la escena histriónica del cine y la televisión.
En su haber quedan cintas que cintas que pasaran a la historia, pero en definitiva se le recordará por su rol como el legendario James Bond, el agente especial 007, personaje que desempeñó hasta en siete ocasiones y que, sin importar que fueran otros cinco actores los que dieran vida al agente, la crítica mundial lo reconoce a él como el mejor de todos, incluso por encima de nombre como Pirs Bockman o Daniel Craig, quien rescatara la franquicia en los en la época moderna.
Pero hay una faceta desconocida del actor que pocos imaginan, pues estuvo muy cerca de convertirse en futbolista profesional, pero la cosa no para ahí, pues pudo serlo con uno de los equipos más grandes de la historia del balompié mundial, ni más ni menos que con el Manchester United, el club rojo que, hasta antes de la irrupción del Real Madrid en la década de los dos miles, era el club más adinerado y con más laureles en sus vitrinas.
En años recientes puede que el cariño de Sean Connery por el futbol resultara un tanto obvio, pues, por principio de cuentas, creció en Escocia, uno de los países con más arraigo por el deporte de la pelota de gajos. Pero, además de eso, en una época más desenfadada de su vida, se le veía acompañado de los mejores jugadores de la década pasada.
Como ejemplo, aquella vez que saltó a la cancha en un partido por la paz entre Palestina e Israel, y en el cual dio la patada inicial. Pero no solo eso, ya que, en el césped, dijo que el Nou Camp era majestuoso y que le vaticinaba una buena Champions al Barcelona. Sus palabras se convirtieron en profecía, pues ese año, el del 2005, el Barca ganó la final de la champions ante el Arsenal por dos a uno. Esas palabras quedaron inmortalizadas con una postal que ‘Bond’, posa a lado del entonces diez e ídolo del club: Ronaldinho.
Pero como dijimos, el cariño del agente por el juego, viene de mucho atrás, toda vez que pudo ser uno más de los ídolos de los Red Devil´s en la Premier League. Todo sucedió por allá de los años cincuenta en que el ahora actor se planteaba su futuro. En medio de todo esto, resultaba ser un hábil jugador de fútbol al punto de militar en el club Bonnyring Rose Athletic, en aquellos años, uno de los clubes estelares de la liga escocesa.
Bien, el talento con la pelota en los pies de Sean Connery era tal, que recibió una invitación para probarse en el cuadro que juega en el llamado ‘Teatro de los sueños’, en Manchester, pero lamentablemente para los amantes del juego, y para bien de los fanáticos del arte, el joven declino, y todo en una muestra de entereza y madurez emocional pocas veces vista en un chico de esa edad y con ese futuro en puerta, pues Sean relata que la carrera de un deportista es muy corta y que eso fue lo que lo obligó a decir no a uno de los clubes que lo han ganado todo en el mundo del fútbol inglés y mundial.
Aunque no queda duda de que Sean Connery hubiera podido ganar ese puesto en el cuadro de Manchester, parece que su destino estaba ligado al mundo del glamour y las cámaras, pues antes de eso fue modelo. Pero, ese mismo hombre que cautivo a las cámaras y se colocó decididamente en los anales del cine internacional para siempre con papales legendarios, seguros estamos, con ese mismo aplomo de hombre cautivador y recio, se hubiera colado en la historia del club a la par de ídolos como Bobby Charlton, George Best o Erik Cantona.
Cuando un jugador de peso se retira, inmortaliza un número. Él también lo hizo, incluso fuera de las canchas. Hasta siempre, 007.